Según el medio ovacen.com, el concepto Greenwashing es un término -Green = verde + washing = lavado- utilizado para ver las malas prácticas que algunas empresas realizan cuando presentan un producto como respetuoso ante el medio ambiente, lo que, a final de cuentas no lo sea.
Un concepto que fue apodado por el activista medioambiental británico, David Bellamy en 1990, con motivo de la celebración del día de la tierra. Desde ese entonces, ya se destacaba una cierta hipocresía de algunas empresas, que implementaban sus productos acompañados de imágenes de la naturaleza, resaltando un compromiso con el medio ambiente.
“El Greenwashing es la mala práctica que tienen algunas empresas que aparentan ser verdes, cuando en realidad no han implementado prácticas responsables con el medio ambiente. Funciona como un blanqueo de imagen, ya que muestran atributos sustentables cuando en realidad no lo son”, explica el director de Oportunidades de Proyecta Impacto, Maximiliano Fontecilla.
Según el experto, existen varias formas en que las empresas pueden hacer greenwashing, y una de las maneras más comunes es que utilicen certificaciones que no son validadas, “Declarar objetivos que realmente no están cumpliendo, desarrollar campañas de publicidad “verdes” orientadas a generar un gran impacto pero que solo son iniciativas de RSE o utilizar empaques que se ven amigables con el medio ambiente pero que en la práctica presentan grandes dificultades para ser gestionados correctamente”, afirma Maximiliano.
¿Por qué se considera como una mala práctica, según expertos?
Ovacen.com indica que el Greenwash es una evolución del concepto tradicional del Witewhash o el blanqueo de imagen. Destacan valores culturalmente positivos de instituciones que disponen de poca ética que afectan a otras personas y que, a través de este método, intentan ganar más clientes.
“En muchos casos, los avances experimentados durante los últimos años no han podido ser respondidos en tu totalidad por parte del sector empresarial, principalmente por las capacidades económicas y tecnológicas que esto conlleva”, apunta Claudio Muñox, CEO de M-Risk.
“Cabe consignar que la forma de hacer negocios y la regulación asociada ha cambiado dramáticamente en los últimos 15 años. Exige a las empresas tener un propósito claro en su quehacer, tener actitud de cambio y materializar recursos en temas que en el pasado no lo demandaban. Hoy en día la dimensión económica no es la única, ni creo la principal, a la hora de las decisiones de inversión y el desarrollo de negocios”, señala Claudio Muñoz.
De acuerdo con Maximiliano Fontecilla, las empresas utilizan estas malas prácticas a causa de que han identificado que sus consumidores están interesados en los impactos relacionados con el medio ambiente. “Hoy, uno de los principales atributos relacionados a la decisión de compra es la sostenibilidad del producto (solo después del precio y la calidad). Por esta razón, muchas empresas buscan diferenciarse o posicionarse en este segmento sin tener claridad sobre este tema. El problema es que una vez que son descubiertas, pierden totalmente la credibilidad de sus consumidores y dejan de ser preferidos por sobre la competencia”.
Según el experto, el Greenwashing es posible identificarlo principalmente por las vías comunicacionales que utilizan las empresas, “Bajo lo que nosotros hemos advertido en más de 10 años digitalizando procesos en distintas industrias, nos encontramos con ejemplos que van desde un producto mismo con su etiquetado o bien con los reportes de sostenibilidad en los que se informa un comportamiento regido a lo que se intenta proyectar, pero que no es así del todo”, aclara el CEO de M-Risk, Claudio Muñoz.
“Hay algunas empresas que efectivamente realizan Greenwashing y si quieren ser más sustentables con el medio ambiente. Este grupo implementa iniciativas, realiza cambios en el diseño u otras modificaciones pensando en que están generando un impacto positivo. Existe otro grupo de empresas que realizan Greenwashing a conciencia, con el objetivo final de engañar al consumidor, en este caso, las empresas identifican que el impacto ambiental es relevante para sus clientes y realizan esfuerzos para aparentarlo, sin realmente implementar iniciativas que sean un aporte al planeta”, finaliza Fontecilla.