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Nuevamente, la disyuntiva presidencial del PS: to be or not to be

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“Voy a llegar o puedo llegar. Eso dependerá mucho de lo que la gente quiera y que las condiciones en las que se haga la definición de un candidato presidencial esta vez sean un poquito distintas a las anteriores, porque no fueron demasiado buenas: no hubo primarias, fue un desastre, y no hubo candidato socialista”. Las palabras corresponden al senador José Miguel Insulza, quien en septiembre último, en “Tolerancia Cero”, reafirmaba su intención de representar al partido en las eventuales primarias del sector. Pero más allá de su nuevo intento personal, las palabras del exministro del Interior develan un déficit en la interna de la colectividad, que nuevamente corre el riesgo de llegar sin un representante de sus propias filas a la carrera presidencial, y recuerdan los magros resultados por haber apostado por el independiente Alejandro Guillier, generando el consiguiente quiebre interno por haber dejado a un lado al exmandatario Ricardo Lagos.

Hoy se llevará a cabo un nuevo comité central del Partido Socialista y, si bien nadie espera grandes definiciones, todos están al tanto de lo complejo que se puede tornar, considerando el momento político que se vive y las cada vez más erráticas señales que se entregan desde el sector opositor con miras a las elecciones municipales, de gobernadores y la presidencial. El comentario más recurrente es que la derecha “pareciera tener el camino pavimentado, a pesar de este Gobierno” y que la opción de Joaquín Lavín es una de las tantas alternativas, pero no ocurre lo mismo en la oposición. El PS, más allá de los resquemores que existen desde un sector respecto al complejo manejo de la directiva, sigue siendo la colectividad más fuerte de la oposición, pero no ha logrado su principal propósito desde que se tuvo que sentar en el banquillo opositor, como lo era generar la unidad desde la DC al PC.

En este contexto, una de las discusiones que siguen abiertas –y que se transformó en una disyuntiva socialista, considerando el cronograma electoral– es si el PS apostará por un candidato propio o uno por fuera, o si, como tercera alternativa, traspasará el apoyo a un candidato vecino. La última experiencia similar, y que consideró un inédito voto secreto, fue la elección del independiente Alejandro Guillier como su representante presidencial, dejando heridas tan profundas con la actual directiva que, como varios aseguran, “nunca van a sanar”.

Hoy el escenario no dista mucho de la última elección presidencial, considerando que el Partido Socialista no tiene a ningún personero de sus filas que marque en las encuestas, pero más complejo aún es que el único que ha mostrado absoluta disposición hoy generaría más rechazos que apoyos en la interna, y aquello –aseguraron– es una de las razones en la demora de la definición para el mecanismo de elección, pues según consignaron quienes conocen de cerca el trabajo de la directiva, no sabrían cómo notificar al exministro del Interior.

A Insulza constantemente le recuerdan, entre las bases partidarias, su frase respecto a quienes evadieron el pago del metro, como preludio a lo que se transformó en el estallido social, que marcaría el destino político del país. En aquella ocasión, el “Panzer” señaló que estaba a favor de “reprimir con energía el intento por saltarse los torniquetes”. Y a la vez recuerdan la inasistencia a la Sala del Senado que ayudó a que se cayera la acusación constitucional contra el intendente metropolitano, Felipe Guevara, a quien se le acusaba por violar el derecho a reunión y la libertad de expresión en la denominada Plaza de la Dignidad.

A esto se sumó el rechazo definitivo a asumir la posta del senador Carlos Montes, quien en su minuto concitó un apoyo transversal en el partido, y que además consideraba apoyos por fuera de la tienda, principalmente desde el Frente Amplio. El senador “no genera el rechazo de Insulza”, sostienen en el PS, pero pese a todos los intentos fue imposible convencerlo. Luego sonaron los nombres de la diputada Maya Fernández, quien también declinó, además del diputado Manuel Monsalve.

Pero antes de tener que llegar a la última alternativa, la de un eventual apoyo al candidato de otro partido del sector, se sondeó a dos nombres que generaron diferentes reacciones en la interna socialista, pero que efectivamente estuvieron sobre la mesa. Se trata, en primer lugar, del ex-PS, hoy fundador del PRO, Marco Enríquez-Ominami, pero su situación judicial, que lo tiene imposibilitado de sufragar según el Servel, le habría puesto la lápida a su opción.

El otro nombre que se sondeó en el PS, pero que ya se habría descartado, fue el del actual rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, quien fuera miembro del partido hasta el golpe militar, ocasión en la que habría decidido dejar de lado su carrera política.

De esta manera, en el Partido Socialista se encuentran nuevamente en una disyuntiva de carácter presidencial, y otra vez bajo la misma administración del senador Álvaro Elizalde, al que no pocos apuntan por la ausencia de la colectividad en el debate de los temas de mayor incidencia nacional. A eso agregaron su falta de incidencia y conducción como uno de los factores que llevaron a la renuncia de históricos miembros del PS durante su gestión, entre ellos, el exministro del Interior, Germán Correa, y el exministro vocero de Bachelet, Marcelo Díaz.

Pero hay más: sin querer decirlo en público, existe una molestia generalizada por cómo la tienda sigue manchada por las acusaciones públicas y constantes que se hacen del trabajo del ex-PS y actual alcalde de San Ramón, Miguel Ángel Aguilera, a quien, a pesar de todo el revuelo que ha significado su gestión municipal para la tienda, finalmente se optó por no ponerle competencia en las futuras municipales. “Ahí se está jugando con la marca histórica PS”, apuntan desde la colectividad.

El decano de la facultad de Ciencia Política y Administración Pública de la Universidad Central, Marco Moreno, cree que “lo que estamos viendo es que el PS no logra incidir en la agenda, está siempre reaccionando a lo que hacen o no hacen los demás sectores, y eso entonces es muy complejo. En política, al final del día lo que tú digas, tu reacción, propuestas, pueden ser más o menos atendibles, pero no te puedes quedar solo en la reacción a la iniciativa, y eso es lo que ocurre”.

Agregó que “el PS no está siendo visto como una alternativa, no marca e influye en la agenda, por lo tanto, ese es un aspecto que complejiza mucho un actual posicionamiento o liderazgo”.

Ya hay algunos que han abierto la discusión sobre qué hacer a la espera de un mecanismo para decidir quién y cómo los representará. De esta forma, hay quienes señalan que lo más conveniente sería apoyar a un candidato del interior de Unidad Constituyente, y quien llevaría la ventaja es el excanciller Heraldo Muñoz, siempre a la espera de la definición interna, donde le compite el exvocero gubernamental Francisco Vidal. Pero, en ese caso, se señaló que se podría provocar un desacople con las bases socialistas, que han constantemente cuestionado la indefinición y falta de postura del partido, y que, en este caso, “concertacionarse” hablaría solo de “dejarse estar”.

Por otro lado, hay quienes plantearon que, con “los pies en la tierra”, el candidato del PC, Daniel Jadue, es siempre una opción, considerando su posicionamiento, aunque su nombre genera bastante ruido interno. En este sentido, y tomándose del perfil de candidato que adoptó desde hace un tempo a la fecha, el de diferenciación con la ex Concertación, puntualizaron que el afecto por su candidatura habría bajado algunos grados a la fecha.

Si bien aún no está materializada la propuesta, bajo cuerda, desde un tiempo a la fecha, personeros PS están hablando del “socialismo democrático”, una idea de carácter federativa que busca construir una mayor espalda en el sector, una “mayor perspectiva de identidad”. Lo que no está considerado en esta propuesta es la fusión de algún partido, y se refuerza la idea general de no perder la identidad de la tienda. El arco contemplaría a sectores de RD, el PL, PRO, PPD, PR y PS, no contemplando en este caso a la Democracia Cristiana.

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