Llegó el momento de cambios importantes y permanentes. Luego del estallido social y el Covid-19 enfrentamos un 2021 incierto, lleno de oportunidades, que podrían convertirse en amenazas.
Entramos al nuevo año con una economía muy golpeada, con niveles de cesantía de 2 dígitos, una fuerte caída en la Inversión Pública, índice de pobreza que crece en un 50% según estimaciones del Banco Mundial. Para el 2021 el presupuesto fiscal considera un plan de reactivación económica y podríamos tener un buen año en términos de precio del cobre, que ya ha superado los 3,5 dólares la libra.
Además, tendremos elecciones, que mantendrán agitado el ambiente político; deberemos saber elegir a quienes sean capaces de lograr los objetivos de cohesión y colaboración que requiere nuestra sociedad.
La gran tarea es enfocarse en la recuperación, tanto de la actividad económica como de la convivencia social y la construcción de acuerdos para un Chile mejor. La participación ya no es una opción, debe ser entendida como deber. Sin participación amplia no hay verdadera democracia, no logramos la mejor diversidad e integración y solo llegamos a soluciones limitadas.
La gran oportunidad está en atrevernos a cambios profundos. En ir hacia una sociedad integradora y equitativa, que acoja a cada persona por igual y estimule vivir en comunidad, generando relaciones de confianza, con empatía y colaboración para el desarrollo de todas las personas, sin exclusión alguna. El resultado hará crecer el espíritu de cada persona y generará paz y armonía en el diario vivir.
Construir aquello requiere dejar ir cosas que valoramos y por lo tanto, no será simple. Debemos ejercitar el equilibrio entre la competencia y la colaboración; dejar la avaricia para dar espacio a la generosidad; abandonar la soberbia de las verdades reveladas y exponernos al debate ejercitando la humildad, o al menos, la curiosidad por el otro. Salir un poco del yo para ir hacia el “todos”. Dejar el Capitalismo de los Shareholders, donde el capital a rentabilizar es dinero, para ir por el Capitalismo de los Stakeholders, donde el capital a rentabilizar es el valor de las personas, la sociedad y el medio ambiente. Este es el camino del Ego al Eco del que habla Otto Scharmer. ¿Será nuestro ego capaz de soportarlo?
Lo anterior significa adecuar nuestras estrategias. Es el momento de hacerlo desde los fundamentos, desde un propósito superior y desde una mirada sistémica, para entender el ecosistema en el que participamos y las relaciones entre sus actores. Acostumbramos a mirar el ecosistema en forma lineal, asumiendo que estamos en el centro del mismo. Eso es parte de la soberbia que tenemos que dejar ir para, con humildad, entender que somos solo un actor más. Y si somos muy importantes en él, entonces mayor es nuestra responsabilidad sobre los resultados.
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