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Zainab & Zahra: huir del talibán, reencontrarse en Chile

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Apenas Zainab Momeny (33) se enteró de que los talibanes estaban avanzando por las ciudades de Afganistán, supo de inmediato que tenía que irse de ahí. Por eso, a principios de agosto, lo primero que hizo fue salir de Bamiyán, la ciudad en la que vivía. Viajó hasta Kabul y se escondió en casa de una familia conocida hasta que lograra escapar del país como fuese.

Momeny, una psicopedagoga afgana con magíster en Psicología General que trabajaba como profesora en la universidad de Bamiyán, corría peligro por varias cosas: era mujer, estaba divorciada y se había vuelto conocida por su trabajo como académica. Pero había algo más: era de origen hazara, una etnia minoritaria chiita enemiga de los talibanes. “Decidí escapar porque había escuchado que los talibanes tenían una lista de mujeres solteras que las buscaban para ellos”, cuenta.

En ese momento, no eran solo los talibanes los que la querían. Durante esas semanas que estuvo escondida envió solicitudes a varios países de Europa y América pidiendo refugio. Mientras esperaba una respuesta, se encontró con otra cosa: “Me empezaron a llegar correos y llamadas de hombres desconocidos pidiéndome que me casara con ellos. No eran talibanes, pero me amenazaban diciendo que me conocían y que si no lo hacía, me entregarían a los hombres del régimen”. Su desesperación por salir empezó a aumentar.

Zainab Momeny es la sexta hija de una familia de ocho hermanos. Sus padres ya habían migrado a Irán antes de que naciera, justamente escapando de la situación política de su país. En ese tiempo, tanto su madre como su padre trabajaban como agricultores, mientras que sus ocho hijos estudiaban en un colegio en Teherán. Ahí fue cuando Zainab Momeny desarrolló su interés por seguir aprendiendo. Pero después de que Irán prohibió a los niños afganos estudiar en sus escuelas, la familia regresó de vuelta a su país, a vivir a Bamiyán.

Por esos años ya habían llegado las fuerzas estadounidenses, por lo que se había hecho más llevadero vivir ahí. Zainab no sabía en carne propia lo que era vivir bajo el mando de los talibanes, pero sí había visto las secuelas del primer régimen que hubo en la década de los 90: “Había una orden de matar y eliminar la etnia hazara. Nosotros somos de esa etnia, aunque no tengamos sus rasgos físicos. La gente hablaba muchas cosas de esa época, pero yo vi con mis propios ojos muchas cosas terribles. Una de esas, un pozo grupal en mi ciudad, donde habían dejado a cientos de personas asesinadas”, dice.

Zainab Momeny (33) es una psicopedagoga afgana con magíster en Psicología General. Tras la vuelta de los talibanes al poder, tuvo que escapar de su país en una travesía que culminó en Chile, reecontrándose con su hermana menor que no veía desde hace 13 años.

No era solo eso. Aun durante esos 20 años de gobierno democrático en Afganistán, en las carreteras siguió habiendo grupos de talibanes que perseguían a políticos, minorías étnicas y algunas mujeres solas y conocidas. Por lo que varias veces escuchó de secuestros y atentados.

Ya completada su enseñanza media, su mayor anhelo era estudiar y cursar posgrados. Sin embargo, sabía que hacerlo en su país -por más que durante esos años se les permitiera- no sería fácil en medio de un contexto religioso y social tan conservador. Era mal visto hacerlo, por ejemplo, si es que no se casaban. Fue entonces que a los 19 años, al mismo tiempo que entraba a Psicopedagogía, se comprometió con un pariente afgano lejano. Momeny dice que prefiere omitir mayores detalles respecto de su relación, pero lo cierto es que su matrimonio fue un compromiso acordado entre las dos familias. Su esposo venía de una rama conservadora que a Momeny le incomodaba.

Ya para 2017 tomó la decisión de divorciarse. Hacer ese trámite en Afganistán no era como en otros lados: “Sufrí mucho, porque todos te apuntaban con el dedo”, recuerda ella. Ese mismo año viajó a la isla de Chipre, a estudiar su magíster en Psicología General en Near East University, ubicada en la ciudad de Nicosia.

Vivir una vida llena de restricciones machistas era justo lo que ella quería evitar.

Zainab Momeny en su graduación del magíster que hizo en Nicosia, Chipre.

Lo primero que hizo Zahra Habibi (31) cuando supo de la llegada de los talibanes a Kabul fue llamar a su hermana, y asegurarse de que estuviera protegida. Lo segundo fue conseguir ayuda. En medio de su desesperación, a través de un grupo de Facebook escribió un texto en el que pedía por favor a las autoridades chilenas que la ayudaran a traer a su hermana Zainab Momeny al país. La publicación se hizo viral y de un momento a otro, todos los chilenos se enteraron de su caso.

Habibi es una estudiante de cuarto año de Medicina en la Universidad de Chile. Llegó aquí luego de contraer matrimonio con un pariente afgano que conoció mientras vivía junto a su familia en Irán -al igual que su hermana mayor-. Solo que ese pariente tenía a sus padres viviendo en Chile; habían llegado hacía más de 30 años, escapando de la invasión soviética de Afganistán.

Su plan inicial nunca fue venir a vivir a Santiago. Al igual que Zainab Momeny, Habibi tenía claro que no haría nada antes de entrar a estudiar una carrera. En 2007, cuando terminó su enseñanza media, surgió la posibilidad de estudiar Medicina con una beca para ir a una universidad en la India. Pero tras contraer matrimonio, los planes cambiaron. Habibi se acuerda de la promesa que les hizo a sus padres: “Les dije que yo me iba a Chile a estudiar, no a ser una mujer que atiende a su marido. Ese no era el objetivo de mi vida”.

Zahra Habibi (31) es estudiante de cuarto año de Medicina en la Universidad de Chile. Llegó aquí tras casarse con un afgano que tenía a su familia viviendo en Santiago.

Las dos hermanas afganas tienen apenas un año de diferencia. En esta conversación con LT Domingo no quieren dar mayores detalles de su familia por miedo a represalias de los talibanes en su país. Pero lo que sí pueden decir es que de los ocho hermanos -seis mujeres y dos hombres- siempre ellas habían sido las más unidas. Los mayores recuerdos de su relación son de la época de cuando vivieron en Irán, hasta el año 2003: “Siempre crecimos muy unidas: dormíamos juntas, los viajes siempre eran juntas y los juegos también. Como teníamos un año de diferencia éramos tan parecidas que nos confundíamos con la mochila para el colegio y hasta con la ropa”, recuerda Habibi.

Por eso que cuando se separaron, nunca dejaron de hablar. De alguna manera, sus vidas no tomaron caminos muy distintos.

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Zahra Habibi llegó en 2008 a vivir a Santiago, sin saber siquiera una palabra de español. Pasó tres años aprendiendo el idioma, hasta que en 2011 rindió un examen de admisión especial para extranjeros para ingresar a Medicina en la Universidad de Chile. A poco andar, tuvo que congelar el semestre por varias razones, entre ellas, la dificultad de los ramos -a causa del idioma- y la falta de recursos económicos. En 2013 quedó embarazada de su único hijo, y no retomó la universidad hasta dos años después.

Su matrimonio tampoco fue lo que esperaba: “Me enfrenté a mucha soledad al llegar aquí. Me faltaron caricias, palabras bonitas, aguanté muchas cosas que no le contaba a mi familia porque no quería que ellos se preocuparan por mi situación”, dice hoy. Por eso, dos años después del divorcio de su hermana Zainab, en 2019, Habibi también decidió separarse de su esposo. A partir de ese momento tuvo que arreglárselas para vivir: se fue con su hijo a Santiago Centro donde una amiga de la universidad que la recibió en su casa. Para pagar sus gastos comenzó a vender falafel en su facultad, y consiguió que la Asociación Doctora Mamá la ayudara a pagar su carrera.

Pese a la diferencia horaria y a las rutinas de cada una, las hermanas se comunicaban dos veces al mes. Momeny recuerda haber estado preocupada por ella: “Desde que Zahra se divorció me preocupé, porque estaba muy sola allá en Chile. Como yo vivía una situación muy insegura después de mi separación, tenía la preocupación de que ella estuviera pasando por lo mismo, pero lejos de mí”.

La última vez que se habían visto, tenían 19 y 20 años. Fue el día de la partida de Zahra desde el aeropuerto de Kabul. Su hermana mayor sabía que había una posibilidad de que nunca más volvieran a verse. Mientras iban en el auto camino al aeropuerto, lloraron juntas. Al llegar, entraron tomadas de la mano y terminaron de despedirse justo antes del ingreso a Policía Internacional. Momeny tiene grabado ese momento: “Nos abrazamos y lloramos tanto que no pudimos decir ni una palabra. No queríamos separarnos”.

Zainab Momeny pensaba que si algún día volvía a ver a su hermana sería porque ella regresaría a Afganistán: “Nos encontraríamos en el mismo aeropuerto donde nos despedimos. Zahra llegaría con su hijo y con un título profesional en mano que le permitiría trabajar en los hospitales de Afganistán”.

Jamás pensó que sería en Chile.

Tras conocerse la situación política en Afganistán, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores activaron las gestiones para dar refugio a quienes en Chile estaban solicitando traer a sus familiares. Con la publicación de Facebook y la ayuda de la Universidad de Chile, se enteraron de la situación de las hermanas afganas e iniciaron las gestiones para traer a Zainab Momeny. La operación no era simple, pues al no existir un consulado chileno en Afganistán, las redes tenían que activarse por otro lado. “Fue nuestra embajada en Teherán, que tras realizar gestiones con el gobierno iraní, se trasladó a la frontera con Afganistán y entregó personalmente un centenar de salvoconductos a familiares de los miembros de la comunidad afgana en Chile”, explica la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carolina Valdivia.

Zainab Momeny junto su hermano, cuña y sobrinas y el embajador argentino en Pakistán, Leopoldo Sahores, (derecha) antes de embarcar rumbo a Chile.

El panorama se hizo más complejo aún cuando el aeropuerto de Kabul colapsó. Salir del país por esa vía -aunque fuera con ayuda diplomática- era casi imposible. Por eso, Zainab Momeny decidió hacerlo por sus propios medios: las otras personas que estaban escondidas en la misma casa de Kabul saldrían por la frontera de Pakistán, así que el 18 de agosto decidió ir con ellos. “Las mujeres solas eran las que más corrían peligro. A esas alturas yo ya estaba desesperada, así que preferí estar acompañada a esperar que el aeropuerto se abriera y salir sola”, dice Momeny.

El problema era que los paquistaníes devolvían a los inmigrantes afganos al régimen talibán. La psicopedagoga aún no estaba a salvo y tuvo que estar tres semanas escondida en ese país. “Se hicieron gestiones con el gobierno paquistaní para evitar la devolución del grupo de ciudadanos afganos. Nuestro cónsul en Abu Dhabi se desplazó hasta la ciudad de Quetta, donde coordinó directamente el apoyo a otras personas que también recibieron salvoconductos acompañándolos luego en el aeropuerto de Dubái, para asegurar su embarque con destino a Chile”, relata Valdivia.

Mientras tanto, la espera para Zahra Habibi se hizo agobiante. Cuenta que estaba en medio del cierre de semestre en su carrera y apenas podía estudiar, menos conciliar el sueño. “Hubo cuatro noches críticas en las que dormí menos de hora y media. Recuerdo que a la quinta noche me tuvieron que conseguir una receta médica para tomar un medicamento que me ayudara a dormir”.

No fue hasta que Momeny aterrizó en Dubái que tanto ella como su hermana pudieron estar tranquilas. Desde ahí tomó un avión a París y finalmente, el 10 de septiembre, aterrizó en Chile. “Eran 13 años sin ver a mi hermana, había practicado en el avión unas frases en español, pero al llegar todo se me olvidó. Apenas la vi empecé a temblar, estaba llena de emociones”, relata Zainab.

A tres semanas de su llegada, hoy Zainab Momeny está viviendo en la Región Metropolitana y todavía no sabe bien si se quedará en Chile o si se irá a vivir a otro país. Su única certeza es que quiere continuar su carrera como académica, hacer un doctorado y trabajar en fundaciones ayudando a otras mujeres vulneradas en sus derechos. Pero reconoce que lograr todo eso aquí será complicado, pues no maneja el español.

Aunque eso, dice ella, lo verá en el camino. Ahora lo más importante es recuperar el tiempo perdido con su hermana Zahra Habibi y hacer todo lo posible para sacar a sus padres de Afganistán. Sus otros seis hermanos ya consiguieron refugio en otros países. Aunque será difícil estar todos juntos en el corto plazo, Momeny solo piensa en lo distintas que pudieron haber sido las cosas si no hubiera logrado escapar.

Zahra Habibi apenas la vio llegar al aeropuerto pensó en lo mismo. No podía creer que la travesía había resultado, y que después de 13 años tenía a su hermana a su lado, lejos de la amenaza talibán. Ese día, el abrazo que se dieron no fue distinto al de la última vez, cuando se despidieron en 2008. Solo que a diferencia de esa vez, no era un adiós lo que se oía entre lágrimas, sino “gracias por salvarme la vida”.

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