Quizá la última prueba sea Afganistán. Pero no es ese el único punto del mundo donde toque luchar por la democracia. Esa batalla, cree Pedro Sánchez, concierne a los cinco continentes y se libra “también en los países más desarrollados del mundo”. Es una batalla “diaria“, “contra quienes quieren imponer la desigualdad, beneficiando a unos pocos”, contra quienes buscan “excluir o culpar a las minorías más vulnerables” o quienes “llaman al odio por razones de origen, sexo o creencia”, o quienes prefieren levantar “muros y fronteras para impedir el avance de las ideas de igualdad, libertad y fraternidad” que inspiraron la Revolución Francesa.