Acababa el Tour de los Alpes en Lienz. Lienz, la de los cosacos, igual les suena. Si no les suena pueden verse la peli esa malísima de James Bond, ojo. Una gran historia, el asunto, pero no está la cosa como para ir contando relatos de Rusia…
Acaba el Tour de los Alpes en Lienz, digo, con una etapa muy corta, porque las modas son las que son. Eso sí, dura, que aquí es imposible no hacer las cosas duras. Bannberg por los dos lados, Oberassling. Y luego Stronach. Stronach, que estaba a diez de meta. Stronach que es un puto muro. Corto pero vertical. Tres al 12. Allí habría de decidirse todo. O no, porque estando Bardet a tiro de bonificaciones lo mismo intenta sentenciar en la recta final, vaya usted a saber.
Sucede que, además, salió el día lloviendo. Mira que ha hecho sol en este Tour de los Alpes (tengo yo unas marcas en los brazos de dar vergüenza ajena) pero casi al final se tuerce la cosa. Agua, frío y el asfalto que espejea luces, sombras ciclistas y hasta picachos allá arriba. Vamos, que peliagudo todo, porque las caídas existen, la temporada es muy larga y todos tenemos cosas que hacer en el pueblo…
Y en ese contexto apareció, contra todo pronóstico, Thibaut Pinot.
Dos años sin ganar
Ayer Thibaut Pinot se echó a llorar después de meta. Dos añitos lleva sin catar victoria. Dos añitos en los que apenas logra acabar ninguna Gran Vuelta (solo el Tour de 2020, perdidísimo), en los que parece haber olvidado las generales. Piernas de caballo, mentalidad difusa. De Pinot cuentan que si es ciclotímico, que si piensa mucho, que si tiene demasiadas preocupaciones bullendo en la testa. Vamos, que su problema está bajo el casco. Gianni Bugno moviéndose sobre la bici, para entendernos. Sucede que el tipo parece majo, y tiene una granja con cabras porque le gustan (le gusta jugar con ellas, no comérselas, eso demuestra que es una persona acojonante) y posee cierto aire de fatalismo clásico, cruce entre Barry Lyndon y Lyndon Barry. Dicho de otra forma, que aquí apoyamos fortísimo a Thibaut Pinot, amigos, pero fortísimo. Schopenhauer con coulotte. Lo mola todo.
Por eso agrada ver que el tipo no se hunde, que sigue intentándolo. Pillar otra vez la fuga, temblar como un perrete asustado en descensos con agua (tiene Thibaut fama de bajar un poco así… de manera horrible), sacar calidad y clase cuando la carretera mira al cielo. Subiendo Bannberg por la parte fácil (bueno, no fácil, fácil, pero menos difícil) ya va con De la Cruz. Minuto al grupo de donde saltaron ambos, están por allí Arrieta (ojo), Kämna y Amador, por ejemplo. Otra vez andará cerca, como pasó en Kals am Großglockner. Es complicado ser ídolo, amigos…
(El pelotón, para entonces, rodaba a 11 minutos. Jugada buena para el líder. Sin bonificaciones, una preocupación menos).
Las caras de tristeza
Hay caritas de tristeza, porque pocas cosas más tristes que un ciclista cuando llueve y hace frío. Dan ganas de abrazarlos, darles un chocolate caliente y cantar arrullos. Tan flacos, tan chupaos, povero, povero. Baja la niebla, encima (o sube la carrera), así que se pone el asunto en plan peli de Tim Burton, con árboles retorcidos, jinetes diabólicos y ojos asomando entre los árboles. Ah, Pinot y de la Cruz descienden corrigiendo trazadas en todas las curvas, lo que no suele ser buena señal. Claro que aún entre la mediocridad hay grados, y Pinot es mediocre en sentido extremo cuando hay que ponerse a velocidades altas. La carretera está para no sustos, y De la Cruz cada vez tiene más distancia, y no me jodas, Pinot, no me jodas, con lo que te bancamos, Pinot, con la de cosas chulas que tú puedes hacer, Pinot. En fin. Por el llano enlaza fácil, pero ese tipo de cosas son las que desesperan de Thibaut.
Aunque le seguimos queriendo a montones, ¿verdad?
Última subida y todo por decidir entre los de la general. Con un elemento curioso… los dos máximos candidatos al maillot Melinda suben mucho, sí, pero sobre todo bajan como los ángeles. Vamos, que entre lo mejorcito del mundo, Bardet y Bilbao. Trascendental un día como hoy, y abre posibilidades.
Pero hablábamos de Pinot, ¿recuerdan? Que es un tío con sus cosas, con sus movidas. Como, por ejemplo, que se le joda el cambio justo cuando empieza Stronach. Que no baja al plato chico, que así no hay quién gane nada. Desde el coche se lo mueven, pero va angustiado, no tiene ‘flow’, se le caen las gafas a la carretera, puta hostia, si me encantan, si me las regaló mi primo Sebastián. Ah, al camino es estrechuco, estrechuco, y empinado de narices, y tiene unas curvas espectaculares, y suben a chepazos, porque el agua no ayuda, y todo mola cantidad. De la Cruz parece que va mejor, porque lleva cadencia fenomenal, pero Thibaut (que a estas alturas ya es nuestro Thibaut) mueve hombros como Romario caderas cada madrugada, recupera, mete estacazo, lleva desarrollo para iluminar Sevilla, está como una puta cabra (una de esas que tiene en la finca), es un tío adorable. Empate, por ahora, pero no es descartable que aparezca un krampus entre los abetos y le muerda las canillas a Pinot, es ya lo que faltaba, y le pegaría al tío, para qué engañarnos.
Pinot siempre puede
Pero no, parece que puede, porque Pinot poder siempre puede. Pequeño acelerón, mover la bici aun más, chepazo por aquí, chepazo por el otro ladito, De la Cruz que cada vez lo ve más de lejos, Pinot se retuerce, la gente anima, hay unas rampas de esas imposibles, de las que usted no debe subir, porque solo dejan miserias, dolores y decepción. Menudo puerto, el Stronach.
Y eso, corona en solitario Thibaut, y tiene una buena ventaja como para no pifiarla demasiado cuesta abajo, que 20 segundos son 20 segundos. Tampoco lo descarten ustedes, porque el tipo tiene estampa peculiar cuando afronta las curvas, pero… Pero nada, hostias, lo pilla De la Cruz, todo al sprint. Qué vida esta, amigos, qué difícil es ser icono pop…
Casi a la vez entran los buenos en Stronach, y rápidamente hay ritmillo. Están Porte, y Bardet, y Storer, también López o Buitrago. Ausente Pello Bilbao, que ha tenido un calentón justo al principio, porque igual estos esfuerzos explosivos se le adaptan menos, pero los tiene ahí, cerquita, y tampoco es que se pueda subir mucho más rápido, porque las rampas son las que son. Bardet asume responsabilidades y se abre más hueco. Quedan solos Romain, Arensman (buenísima pinta, planta deliciosa) y Storer. Diferencia sostenida con el líder, unos 15 segundos, luego 20. Todo abierto. ¿Recuerdan lo que dijimos de lo bien que bajan? Pues eso.
La victoria de Bardet
Por la etapa luchan Pinot y De la Cruz. Hay un repecho bien gordo antes de meta, rozando kilometrillo, así que no van a hacer sprint en llano (y menos mal, oigan, porque podía ser dramática estampa). Arranca Pinot en la última curva, de la Cruz lo sigue, de la Cruz se sienta, Pinot va a ganar, Pinot va a ganar, uno piensa que acabará cayendo un meteorito, o le tirará Ötzi descongelado, o quizá el oso de ‘Perdidos’ aparezca para morderle el culo. Pero no… el hombre que siempre encuentra una forma de cagarla entra vencedor, sonrisa entre cansada-triste-alivio. Bien por él. Segundo De la Cruz, Kämna tercero, cuarto Arrieta.
La general decidida. Tres que van a ser los tres del pódium. Bardet, su compañero Arensman, Storer y los mofletes más gordos del pelotón pro. Chupao, casi medio minuto al líder, que tiene su día regular cuando menos podía tenerlo (y el equipo también, ojo). Al final se cuela el australiano entre los dos. Primero y tercero, no está mal. Bilbao entra a casi cuarenta segundos con Attila Valter. Poco después aparece Hugh Carthy haciendo todas las muecas del mundo, y López, que uno no sabe si fuerza o pasa.
Así que acaba el asunto. Bardet de verde Melinda y mirada sabrosona a Lieja, Pinot sonriendo después de no sonreír desde hace tanto, Bilbao fallando justo sobre la última meta, Arensman presentando credenciales, Storer exhibiendo rubicundez, Landa que va a ganar el Giro de Italia. Ha estado bonito, amigos.
El año que viene volvemos.