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Tom Wolfe y la gloria torcida de los astronautas

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Es 1959 y siete estadounidenses se convierten de la noche a la mañana en verdaderas celebridades. La metáfora esta vez vale: son tipos destinados a tocar las estrellas.

No se trataba de figuras del deporte o de aclamados actores acostumbrados a las alfombras rojas. Era el grupo de candidatos del proyecto Mercury, cuyos miembros competían por transformarse en las primeras personas de Estados Unidos en llegar a la órbita terrestre. La carrera espacial en plena Guerra Fría era un péndulo de vida o muerte para la NASA, y sus ingenieros tenían sólo dos años para alcanzar el espacio exterior. Por eso, el casting para los involucrados no daba lugar para personalidades frágiles: debían ser tipos indiferentes al peligro de atarse a un cohete y salir disparados hacia lo desconocido, bajo el propósito no sólo de conocer el espacio, sino que más bien de pasar a la historia.

Fue ese factor de sangre fría lo que motivó al periodista Tom Wolfe a investigar en profundidad y escribir un libro sobre el grupo en 1979, tras un par de trabajos para la revista Rolling Stone y tras consolidarse como una de las plumas más alabadas del llamado nuevo periodismo.

En el texto, Wolfe no sólo quería indagar en las motivaciones políticas y tecnologías tras la conquista del mundo que hay más allá. Quería hacer un viaje mucho más interno: deseaba saber qué había sucedido en la mente de los astronautas que finalmente se habían preparado para una travesía inédita en la historia de la Humanidad. Su estrés, sus ansiedades, sus miedos, y sus traumas; tanto los de ellos como los de sus cercanos.

El libro se convirtió en un best seller y vino a poner el eje en los laberintos menos expuestos de la mente de un astronauta. Fascinó a millones de lectores y sirvió de inspiración para Philip Kaufman, quien llevó la historia a una película de más de tres horas en 1983 (The right stuff).

Ahora sucede lo mismo con una serie de ocho capítulos creada por National Geographic para Disney+, basada en la misma investigación de Wolfe y que llegó ayer a la plataforma digital (Los elegidos de la gloria, con un capítulo estrenándose cada viernes). La Tercera habló de manera telemática con actores del numeroso reparto, quienes revelaron detalles de la producción y del mensaje que intenta difundir esta nueva adaptación.

Por ejemplo, algunas nociones básicas: ¿cómo hacer distintivo un nuevo título acerca de la carrera especial, sobre todo ante los muchos que han aparecido el último tiempo abordando el vínculo del ser humano y el universo? “El hecho de poder explorar. Siete chicos pasaron de ser completamente anónimos a convertirse en las siete personas más famosas del planeta. ¿Qué efecto tiene eso en sus relaciones con sus esposas e hijos?, ¿qué efectos tiene en ellos mentalmente? Ciertamente son parte de un mundo que exploramos con más profundidad que cualquier otra versión de Los elegidos de la gloria. Para mí es más importante eso que ver a alguien subir a un cohete en cada episodio”, comenta Colin O’Donoghue.

En la ficción, el actor irlandés da vida al teniente Gordon Cooper, el más joven del grupo, quien debe lidiar con una separación matrimonial y con el intento de reagrupar a una familia disfuncional. Ese aspecto es fundamental, pero no sólo por lo emotivo: la NASA le exige ser parte de una familia bien constituida para poder integrar su misión más importante a la fecha.

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“Cuando lo conocemos por primera vez ha estado prácticamente en el fondo del abismo emocional, sabes que está complicado y que tiene defectos”, interioriza el actor sobre el personaje.

Un piloto que, además de su ya tormentoso mundo privado, debe enfrentar una férrea competencia con los mejores del ejército. Una instancia donde el comandante John Glenn (Patrick J. Adams) y el teniente comandante Alan Shepard (Jake McDorman) parecen llevar la delantera. La misma rivalidad que se dio en la vida real también fricciona la adaptación televisiva.

“Nuestro trabajo era tomar toda esa información y luego averiguar qué habrían hecho estas personas en sus momentos más privados, en los que Tom Wolfe no pudo entrevistarlos y cuando no tenían cámaras de video encima”, comenta Eloise Mumford, quien asume el rol de Trudy Cooper, esposa del personaje de O’Donoghue en la serie.

Claro que durante los capítulos no sólo se sigue el rastro de los primeros astronautas y su círculo más íntimo. También hay tiempo para indagar en ingenieros que trabajaron a contrarreloj, en los periodistas de la revista Life encargados de mitificar la figura de los aspirantes con sus notas, y en el departamento de relaciones públicas de la NASA.

¿Alguna influencia de lo escrito por Wolfe? “Lo leí justo después de que me eligieran para el papel y estaba muy agradecida de poder hacerlo porque hay tanta información en él y mucha historia de fondo. Simplemente se volvió fundamental”, aclara Mumford.

En tanto, la actriz encarna a una mujer en una época diferente. “Sentí una gran responsabilidad al interpretar a Trudy y al contar la historia no sólo de ella, sino también a través de ella. La historia de miles de mujeres a quienes no se les concedió acceso a sus sueños de la misma manera que a los hombres”, comenta quien en la ficción tiene un pasado como piloto de aviones. Aquella es la conexión emocional que la une a Gordon.

“Fue importante para mí retratar su pasión, su resistencia, su tenacidad para enfrentar eso, y también la complejidad de la misma, las expectativas de ser esposa y el hecho de que ella no era sólo una esposa, era un ser humano con sus propios sueños”, culmina

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