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Se habla siempre del papel de las primeras damas y de la importancia del significado de los looks que escogen, y el lunes vimos a Amélie Derbaudrenghien y Britta Ernst junto a Brigitte Macron y Carrie Johnson en un resort de montaña situado cerca de Garmisch-Partenkirchen en el que dejaron bien claro con sus atuendos que son muy conscientes de que su armario siempre es examinado con esmero.
Melania Trump nos había acostumbrado a sus salidas de tono en sus apariciones menos formales, en las que no dudaba en lucir tacones de alturas vertiginosas que dejaban claro que la ex primera dama de los Estados Unidos se negaba a abrazar tanto la funcionalidad como el código de estilo de cada aparición, por lo que era siempre fiel a su particular indumentaria. El lunes comprobamos que la nueva oleada de primeras damas, tan consciente como Melania de la hipervigilancia a la que son sometidas, se aseguran de que sus elecciones estilísticas no son controvertidas.
Brigitte Macron elegía para la ocasión el modelo de deportivas Parko Jogger de la marca francesa No Name, que lució por primera vez año un año durante el G7 en Cornualles en la playa de Carbis Bay, así como en el Festival de Cine Francófono de Angoulême o incluso en Le Touquet. “La marca No Name no sigue los dictados de la moda, sino que los dicta junto a las mujeres que llevan sus diseños”, explica la firma, que señala que se caracteriza por su marcada identidad y su originalidad.
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Durante la primera jornada de la cumbre de la OTAN, su calzado y su look no fueron tan relajados, pero sí fieles a la marca de cabecera de la primera dama francesa: Louis Vuitton. Para visitar el Museo Reina Sofía, apostó por un conjunto formado por una parte de arriba confeccionada en elegante crepé de cady de lana y seda con cuello chimenea y botones con motivos de ancla dorados, pantalones a juego, stilettos en color camel y bolso Capucines en talla mini, todo de la maison.
Carrie Johnson se ha convertido en un icono de la moda sostenible por su amor por la moda de alquiler, y a la hora de escoger calzado, demuestra que el derroche nunca entra en sus planes. Así lo dejó claro en la reunión de los mandamases de la Commonwealth, donde lució un vestido amarillo de Claire Mischevani que puede ser alquilado en su web de alquiler de cabecera, My Wardrobe HQ, por unos 20 euros al día. Lo combinó con unas sandalias de cuña de LK Bennet de colores que cuestan 100 euros.
Otro ejemplo de la importancia de elegir un calzado que mande mensajes es el de Jill Biden, que en su visita en Madrid no ha dudado en tomar nota de los trucos de estilo de Letizia Ortiz al ir a la tienda de Claudio Coello de Castañer para hacerse con las alpargatas preferidas de la Reina. El diseño escogido cuesta en rebajas tan solo 95 euros, y lejos de esperar a estrenar su última compra, las lució tanto en su visita a La Granja de San Ildefonso como en su paso por el Museo Reina Sofía.
Su nieta Finnegan acudió a Zara para comprarse un vestido de lunares que ya llamó la atención de Angelina Jolie y que combinó con otras alpargatas de Castañer.
En definitiva, las mujeres al poder saben que la clave para pisar fuerte es apostar por marcas que tienen una filosofía concreta detrás y por modelos que encajan con su estética, por lo que Carrie, Jill y Brigitte son tres maravillosos ejemplos de cómo dar un paso adelante en cuestiones de estilo.
Se habla siempre del papel de las primeras damas y de la importancia del significado de los looks que escogen, y el lunes vimos a Amélie Derbaudrenghien y Britta Ernst junto a Brigitte Macron y Carrie Johnson en un resort de montaña situado cerca de Garmisch-Partenkirchen en el que dejaron bien claro con sus atuendos que son muy conscientes de que su armario siempre es examinado con esmero.
