¿Pagaría 2 millones de euros por una colección de 253 camisetas de la firma Supreme? A ese precio ofrece Christie’s estos días una de las colecciones más completas de estos diseños de la icónica firma urbana. ¿Habrá alguien que lo abone? No lo duden, porque cada vez más la moda gana enteros como inversión.
“A nivel internacional, en países como Francia, Reino Unido y Estados Unidos, la moda es un referente histórico. Son conscientes de la importancia que ha tenido para sus países y eso se refleja por ejemplo en sus museos”, afirma Lydia García, fundadora de la colección López-Trabado, una de las más importantes de España. “En Estados Unidos, por ejemplo, hay un gran número de instituciones dedicadas a la moda o que la incluyen en sus colecciones, y eso genera un efecto cascada. En nuestro país el aprecio va en aumento y cada vez interesa a más y más público general y experto”.
Lo cierto es que no contamos con casas de subasta (ni tan siquiera Christie’s y Sotheby’s) tan especializadas como la londinense Kerry Taylor, una referencia en el sector de la moda que ha llegado a vender por más de 250.000 euros el vestido que lució Diana de Gales en el famoso baile con John Travolta en la Casa Blanca.
Durán, Segre o Balclis, por poner solo tres ejemplos patrios, suelen incluir entre los lotes que sacan a subasta algunas piezas de indumentaria: lo hizo Durán el pasado febrero con la colección de Balenciaga del abogado Antonio García-Trevijano y Balclis hace algo más de un año cuando vendió los looks de las colecciones de alta costura de Josep Font. Pero no dejan de ser un complemento a su oferta y pocas veces aparecen como destacados en el catálogo.
De lo que sí podemos presumir es de tener algunos de los coleccionistas más interesantes de Europa. Es el caso de la colección catalana Antoni de Montpalau, una referencia en el sector y que dirige Josep Casamartina, que colabora de manera habitual con museos como el del Traje, el Balenciaga o el de Historia de Cataluña. El modista Lorenzo Caprile, la familia coruñesa González-Moro o la propia Lydia García son otros tres ejemplos a destacar: “El nivel de las colecciones de nuestro país, al menos lo que yo conozco, es muy alto”, asegura esta última. “Y también hay mucho pequeño coleccionista y mucha familia particular que conserva un legado interesante pero sin ánimo de darle una forma institucional”. Es el caso, por ejemplo, de mujeres como Carmen Lomana o Carmen Cervera: dos grandes armarios que todavía siguen siendo exclusivamente privados (aunque Lomana exhibió hace tres años parte de su colección en el Museo del Traje).
A nivel internacional hay nombres también muy importantes e, incluso, conocidos. En Italia, por ejemplo, encontramos la colección Quinto Tinarelli, que vendió una parte de sus archivos al Museo del Traje para completar sus piezas del siglo XX. Los estadounidenses, Hamish Bowles, editor de ‘Vogue’, o Sandy Schrier son otros aficionados a la indumentaria que poseen piezas excepcionales, aunque quizás llame más la atención el caso del chileno Jorge Yarur. Heredero de una de las familias más ricas del país sudamericano, enfocó su fortuna a la moda, consiguiendo ser uno de lo mayores coleccionistas de vestidos de celebrities (entre ellos Lady Di) y fundó en la antigua casa familiar el Museo de la Moda de Santiago de Chile. Él y el desaparecido diseñador Azzedine Alaïa, otro gran coleccionista, hicieron que los precios de las subastas se incrementaran de manera muy llamativa debido a los piques que se generaban entre ambos en las pujas: “El triunfo de un coleccionista es llevarte la pieza y eso depende del dinero que manejes”, afirma García. “Y puede ocurrir que vayan a por lo mismo. Además, siempre hay que tener en cuenta el factor suerte. Si hay un elemento en la subasta que atrae la atención, el resto de piezas están en una situación ventajosa para rematarse en un precio más elevado. La pieza estrella ayuda a que se conozcan el resto, tienen un efecto llamada y su consiguiente incremento del precio final”.
Rusia y los países del Este tampoco se podían quedar atrás en esta fiebre por las subastas y colecciones de moda. De esta forma, encontramos a Alexandre Vassiliev, que con más de 50.000 piezas en su haber, posiblemente sea el poseedor de la mayor colección privada del mundo.
Conocidos los nombres de coleccionistas y casas de subasta, nos faltaría saber cuáles son las piezas más codiciadas: “Sí, hay tendencias. Además de clásicos como Dior o Chanel, se venden muy altas las piezas de Alexander McQueen, John Galliano y Martin Margiela, y existe ahora un interés especial por la moda de los 90, una década muy especial donde coincidieron las supermodelos con los últimos superdiseñadores”, asegura Lydia García.
Así que no les quepa duda que las camisetas de Supreme encontraran comprador antes o después. Hay un mercado interesado en hacerse con ellas.