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Los desafíos para la gastronomía chilena en el 2021

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Ha sido un año difícil para la gastronomía nacional. Cierre de establecimientos, pérdida de puestos de trabajo, endeudamiento, desazón. Sin embargo, y a pesar del escenario convulso e incierto, hay destellos de esperanza que conducen a pensar que, pasado el temblor, las cocinas chilenas tendrán un nuevo amanecer.

Si el gobierno y los gremios leen bien la circunstancia, podría ser que la nueva estrategia liderada por la subsecretaría de Turismo de impulsar el turismo gastronómico en el país, tenga éxito.

Uno de los principales problemas que tiene Chile para concebir a la gastronomía como producto turístico es la falta de apropiación y reconocimiento de su patrimonio agroalimentario. Por eso, es fundamental que la nueva estrategia destine buena parte de los esfuerzos al turismo local y contemple programas específicos que contribuyan a aumentar el conocimiento de nuestras expresiones culinarias regionales, despertando  la autoestima por nuestras tradiciones, que es lo único que pueden aumentar el consumo interno de nuestra despensa. Si conseguimos avivar el orgullo por nuestras cocinas, luego será fácil despertar el interés de los turistas internacionales.

Resulta prioritario crear programas especificos de formación en gastronomía productiva para, por un lado, facilitar procesos de construcción de experiencias gastronómicas turísticas innovadoras y, por otro, profesionalizar la gestión y rentabilidad de los negocios (no olvidemos que la mitad de los restaurantes no llegan a los cinco años y el 20 % solo duran dos).

Es importante también que la autoridad revise las políticas tributarias que rigen al sector. Si queremos favorecer a una industria que genera empleo, dinamiza el sector agrario, construye identidad y aumenta hasta un 30% el gasto promedio de un viajero, no podemos ahogarlos en impuestos y burocracia.

Sepa usted que la gastronomía ocupa el tercer lugar entre las razones por las cuales los turistas deciden sus viajes, algo que nos obliga a aumentar el nivel desde el servicio hasta la comida. No estaría de más una certificación de calidad para restaurantes tipo
“tenedores”.

Las opciones de Chile de transformarse en un destino gastronómico en los próximos años, pasan también por la construcción de narrativas que promocionen la culinaria nacional. ¿Qué historias de diversidad y riqueza están contando? ¿A quiénes? Es un hecho que los chilenos conocen más de la cocina peruana que la propia…y así la consumen. Los turoperadores locales desconocen el territorio, siendo más fácil para ellos vender Santa Marta que un viaje por el secano de la VI región.

Es fundamental que Chile aparezca en todos los circuitos asociados a gastronomía en el mundo: Madrid Fusión, Salón de queso, etc., que invierta en fam trip y prensa especializada; que escoja embajadores de marca gastronómica que sepan, no actores, ni actrices, ni músicos, sino productores, cocineras, portadoras de tradición, sommeliers, enólogos, que son quienes más conocen, defienden y promocionan la biodiversidad del país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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