-
El semanario firma un editorial contra el rol de las redes durante la pandemia y llama a la comunidad científica a ser más agresiva comunicando sus hallazgos
“Las redes sociales han sido hábilmente explotadas por las fuerzas anticientíficas“. Así de contundente se muestra Herbert Holden Thorp, editor jefe de la prestigiosa revista ‘Science‘ en un duro editorial que critica como Facebook ha dado alas a una espiral de desinformación sobre el coronavirus y a teorías de la conspiración en contra de las vacunas.
Aunque la toxicidad del modelo de negocio de las redes sociales no es algo nuevo, sí lo es la crítica abierta del reputado semanario –que ya criticó los discursos de Trump sobre el covid– contra esas plataformas, que han permitido la popularización de todo tipo de bulos. Thorp hace así referencia a un reportaje del ‘New York Times’ en el que se desgrana como “Facebook llena sus arcas explotando la difusión viral de la desinformación mientras intenta convencer a todos de su noble misión de conectar el mundo”.
El editorial remarca como el mismo diseño de redes sociales como Facebook, Twitter o Youtube perjudica directamente la comunicación científica. Los algoritmos de estas plataformas buscan retener al usuario en ellas el máximo tiempo posible y para lograr ese objetivo promueven el contenido que genera más reacciones, aunque se trate de mentiras o mensajes de odio incendiarios.
Esa situación ha hecho que comunicar los hallazgos de la ciencia al mundo “haya llegado a lo que parece un mínimo histórico”. “Comunicar sobre la investigación en tiempo real es difícil porque la ciencia es siempre un trabajo en curso, con precauciones y respuestas que no siempre son definitivas. Eso no se traduce bien en las redes sociales o en los algoritmos de Facebook que determinan qué publicaciones se deben promocionar” señala.
Proliferación de bulos anticientíficos
Ese mismo diseño ha permitido la proliferación de contenido radical y de mensajes que, sin fundamento alguno, niegan el coronavirus o criminalizan las vacunas. Una realidad de la que se han aprovechado desde grupos de extrema derecha a oportunistas que han visto en la desinformación todo un negocio. “A la oposición anticientífica no le importan las precauciones”, apunta Thorp.
Noticias relacionadas
El impacto desinformativo de la mayor red social del mundo, apunta, tiene dos ramificaciones: una son las noticias puramente falsas, que los algoritmos de Facebook detectan y etiquetan con advertencias “que la mayor parte de la gente ignora”; la otra es la desinformación que surge de las charlas entre usuarios de la comunidad, más peligrosa y difícil de detectar. “El resultado es que ambos tipos de desinformación tienden a subir a la cima de las noticias de Facebook porque obtienen más participación que las publicaciones sobre los resultados de investigaciones recientes publicadas en artículos científicos o incluso en la prensa convencional”, lamenta.
Es por ello que la revista ‘Science’ hace un llamamiento a la comunidad científica para que no opte por eliminar sus cuentas sociales y sí lo haga para ser más agresiva en las redes para comunicar mejor sus hallazgos. “Negarse a jugar duro en el campo de las redes sociales no sirve a la ciencia ni a la sociedad”, remarca. “Desde el final de la segunda guerra mundial, los científicos se aferran a la idea de que si se mantienen objetivos y exponen la ciencia, el resto del mundo les seguirá. A medida que el cambio climático hace estragos y la pandemia se prolonga, es hora de enfrentarse al hecho de que esta vieja noción es ingenua”.