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El Gobierno de París se siente traicionado por Australia y EEUU por haber perdido la venta de 12 submarinos por valor de 56.000 millones de euros
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El Elíseo ha reaccionado llamando a consultas a los embajadores en Washington y Canberra, abriendo una crisis diplomática entre aliados
“Voy a ser claro, es una puñalada por la espalda. Habíamos establecido con Australia una relación de confianza y esta confianza ha sido traicionada”. Una frase, sin duda contundente, con la que el ministro de Asuntos de Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, ha expresado esta semana el enfado de París con el Gobierno de Canberra por el pacto de compra de submarinos suscrito con Estados Unidos y que ha supuesto a la industria militar francesa perder más de 56.000 millones de euros. En un cerrar y abrir de ojos, Australia convirtió en papel mojado el acuerdo firmado en 2016 por el que se había comprometido adquirir a Francia hasta 12 submarinos de propulsión convencional. Ahora el encargo es para el Pentágono, que dotará a la Armada australiana de ocho sumergibles de propulsión nuclear.
La pérdida del multimillonario contrato tiene que ver con la denominada AUKUS, una alianza militar y geoestratégica dada a conocer al mundo el pasado jueves, con la que EEUU, Australia y el Reino Unido pretenden hacer frente a la expansión e influencia de China en la región del Índico y el Pacífico. Frenar al gigante asiático se ha convertido en una de las principales prioridades del presidente estadounidense, Joe Biden, como lo fue también para su predecesor, Donald Trump.
La reacción del Elíseo por la “traición de los submarinos” -como ya se conoce el pacto en París- ha sido llamar el viernes a consultas a los embajadores en Canberra y Washington, una medida drástica, de alto calado diplomático entre aliados y de consecuencias impredecibles. Es la primera vez que Francia toma una decisión de estas características contras Washington desde la independencia de EEUU, país con el que siempre ha tenido buenas relaciones -con algún que otro altibajo-, incluso cuando el Gobierno de París del entonces presidente Jacques Chirac se opuso a la invasión de Irak en 2003.
Prueba nuclear
Si duras han sido las palabras del ministro francés contra el Gobierno de Australia también lo han sido las que ha lanzado contra Biden, pero sin nombrarlo. “Esta decisión unilateral, brutal e impredecible se parece mucho a las que hacía el señor (Donald) Trump”, ha señalado el jefe de la diplomacia francesa. En el caso de Australia, ya hubo un conflicto diplomático similar en 1995, cuando Francia resolvió hacer una prueba nuclear en el Pacífico Sur en 1995. Entonces fue Canberra quien retiró a su embajador en París.
Esta crisis “es mucho más que una disputa diplomática. La llamada a consulta de los embajadores es la punta del iceberg”, ha advertido a la BBC Peter Ricketts, exembajador del Reino Unido en Francia. “Hay una profundad sensación en Francia de haber sido traicionada” por parte de aliados de la OTAN. Washington asegura que tanto el Elíseo como la Comisión Europea conocían los planes de formación del AUKUS y del pacto de los submarinos, lo que tanto París como Bruselas han negado con rotundidad.
Para Francia también supone una traición estratégica, una humillación por haber sido ninguneada y menospreciada como potencia nuclear, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y como país que tiene también intereses geoestratégicos en la región. Los territorios franceses de ultramar de esta zona, Nueva Caledonia y la Polinesia, están poblados por más de un millón y medio de ciudadanos franceses. Además, Francia tiene desplegados en la región del Índico y el Pacífico a 8.000 soldados y decenas de barcos, incluidos varios submarinos nucleares, repartidos entre sus bases navales.
“Intereses de seguridad”
“Australia quiere submarinos con más autonomía y más discretos que los submarinos convencionales que proponía Francia”, dijo el primer ministro australiano, Scott Morrison, declaración que no ha hecho más que irritar aún más al Elíseo. Desde que se firmó el contrato con Francia, han sido numerosos los retrasos, los sobrecostes y los cambios de diseño que no han contribuido tampoco al desarrollo de las naves. Canberra defiende su decisión argumentando que ha prevalecido los “intereses de seguridad” del país ante la amenaza de China en la zona. Washington, por su lado, ha intentado reconducir la situación y ha recordado que Francia es “un socio vital”.
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Respecto al tercer miembro de la alianza AUKUS, el Reino Unido, el Gobierno de París ha preferido ignorar al Ejecutivo de Londres, con el que mantiene tensas relaciones. “El Reino Unido ha acompañado esta operación (la cancelación del contrato) de manera oportunista”, dijo a Reuters una fuente oficial francesa. “No necesitamos consultar en París a nuestros embajadores para saber qué piensan y qué conclusiones sacar”.
La crisis de los submarinos irrumpe además cuando falta tan solo ocho meses para las elecciones presidenciales francesas. La postura firme del presidente francés, Emmanuel Macron, que se ha abstenido hasta ahora de hacer declaraciones al respecto, puede servir como muro de contención al discurso nacionalista que enarbola siempre la extrema derecha, a priori, la principal fuerza rival del mandatario en los comicios del próximo mes de abril.