Cuando miremos al pasado, los Premios Nobel de 2024 serán recordados como la primera edición protagonizada por la inteligencia artificial (IA). Esta semana, la Real Academia de las Ciencias de Suecia ha reconocido con dos de sus prestigiosos galardones el trabajo de pioneros en el desarrollo de una tecnología llamada a ser revolucionaria, algo que eleva la investigación con ordenadores a la cima de los logros científicos.
El miércoles otorgaron el Premio Nobel de Física a Geoffrey Hinton y a John Hopfield, creadores de los modelos de aprendizaje automático basados en redes neuronales que han dotado a los sistemas informáticos de capacidad para simular el proceso del conocimiento humano y descubrir patrones en un océano de datos. Esa invención, que empezó en la década de 1980, sentó los fundamentos técnicos de la IA.
El jueves concedieron el Premio Nobel de Química a Demis Hassabis, John M. Jumper —ambos altos directivos de Google DeepMind— y a David Baker por alumbrar AlphaFold2, una herramienta computancional con la que han conseguido decodificar las estructuras de proteínas microscópicas, una ‘hemeroteca’ genómica que está ayudando a entender la base de enfermedades raras y a desarrollar nuevos fármacos.
Los Nobel de Google
Tres de los ganadores del Nobel están vinculados a Google. Es el caso de Hassabis, que en 2010 fundó el laboratorio de investigación DeepMind, un centro pionero en el estudio de la IA que el el gigante tecnológico estadounidense compró cuatro años después por 400 millones de dólares. Actualmente es su consejero delegado y Jumper, también premiado, es su director.
Hinton fichó por Google en 2013 tras la adquisición de su startup por cinco millones y en una década ayudó a convertir a la compañía en el gran referente de la IA, desarrollando la tecnología que abrió el camino a sistemas actuales como ChatGPT. El año pasado dimitió, alegando que así podía hablar libremente de peligros “aterradores” de la IA como que supere la inteligencia humana “mucho antes de lo que creía”, se descontrole y “se apodere de todo”, una idea apocalíptica muy discutida en el sector.
“El premio Nobel acaba de sobrealimentar el robo de datos, la explotación laboral y el saqueo del medio ambiente por parte de las corporaciones al dar credibilidad a la noción de que han construido cosas «superinteligentes» que nos van a eliminar o nos van a traer la utopía cualquier día de estos”, ha denunciado la científica computacional Timnit Gebru, despedida en 2020 como jefa del equipo de IA ética de Google por firmar un informe que exponía los sesgos de los sistemas de la compañía.
Investigación en manos privadas
Los avances de los premiados son incontestables. No obstante, su vínculo con Google ilustra cómo las grandes empresas de Silicon Valley han usado sus ingentes beneficios para superar al mundo académico en la investigación de esta tecnología. A medida que el coste de la IA se dispara y los estados recortan la inversión pública, esa brecha crece y refuerza una concentración de poder en manos privadas más orientada a ganar dinero que a la innovación científica, con los riesgos que eso conlleva.
Sin ir más lejos, cuando el pasado mayo Google DeepMind publicó AlphaFold3 lo hizo sin permitir a los investigadores acceder y revisar su sistema de IA. Esa opacidad “parece abrir un nuevo camino en el que las grandes corporaciones están dispuestas a subvertir el sistema de las publicaciones científicas a medida de sus necesidades”, ha valorado Alfonso Valencia, director de Ciencias de la Vida del Barcelona Supercomputing Center, en un artículo en Science Media Centre. Para más inri, el miércoles se supo que EEUU baraja la posibilidad de romper el negocio de Google como respuesta a su monopolio.
El reconocido programa de IA de Google DeepMind no habría sido posible sin un repositorio de libre acceso con más de 200.000 estructuras de proteínas. Aun así, el gigante ya estaría tratando de aprovechar los premios de Hinton, Hassabis y Jumper para “presionar a las autoridades” y “defender la explotación sin consentimiento de obras protegidas por los derechos de autor” para entrenar otros de sus modelos inteligentes, advierte Albert Sabater, director del Observatori d’Ètica en Intel·ligència Artificial de Catalunya (OEIAC), en declaraciones a EL PERIÓDICO.
Premio interdisciplinar
Históricamente, los Premios Nobel se habían dedicado en exclusiva a las llamadas ciencias puras (Física, Química y Biología). Durante años, los galardones inspirados en el ingeniero Alfred Nobel dieron la espalda a las matemáticas o a la informática, campos sí reconocidos por el prestigioso Premio Turing, que Hinton ya recibió en 2018. Esta edición ha cambiado las cosas.
Sin embargo, los Nobel no han creado una nueva categoría para las ciencias computacionales, sino que han optado por premiar a la IA con las ya existentes. Así, la academia sueca ha justificado el premio de física al llamado “padrino de la IA” porque sus invenciones en deep learning se sirven de principios de la física estadística para replicar el funcionamiento del cerebro humano.
El comité de los Premios Nobel no ha querido perderse este asunto de la IA, así que ha sido muy creativo”
Parte de la comunidad científica ha celebrado que los Nobel reconozcan una investigación interdisciplinaria que va más allá de la física teórica pura, pero otra lamenta que eso pueda distorsionar los premios. “Me cuesta ver que esto sea un descubrimiento de la física”, ha lamentado Jonathan Pritchard, astrofísico del Imperial College de Londres. Algunos expertos han atribuido ese reconocimiento a la creciente popularidad de la inteligencia artificial generativa, una moda disparada desde el lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022. “El comité de los Premios Nobel no ha querido perderse este asunto de la IA, así que ha sido muy creativo”, ha explicado Wendy Hall, informática y asesora de las Naciones Unidas sobre IA, a la agencia Reuters.
La interrelación entre ciencias puras e informática abre la puerta a que los Nobel del futuro sigan recompensando a proyectos de investigación vehículados a través de la IA, cada vez más extendida. Aun así, ha sido el propio Hassabis quien ha tratado de calmar los ánimos. “Es demasiado prematuro hablar de que la IA participe en todos los premios”, dijo en la rueda de prensa posterior al anuncio de que había ganado. “El ingenio humano —hacer la pregunta, desarrollar la hipótesis— es lo primero y los sistemas de IA no pueden hacer nada de eso. Ahora mismo se limitan a analizar los datos“.