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Italia, en guardia ante los intentos de la mafia de sacar provecho de la vacuna

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  • El Ejército se encargará de distribuir los 202 millones de dosis encargadas por el Gobierno para evitar robos
  • La dirección de una firma que fabrica dosis de la vacuna de AstraZeneca denuncia siete ataques informáticos “violentísimos”

El avance en la investigación y producción de las vacunas contra el covid-19 han puesto en alerta a Italia ante la amenaza de que la mafia busque sacar provecho y los ataques informáticos que han denunciado ya algunos laboratorios con plantas de producción en territorio italiano.

El pasado 2 de diciembre, Interpol envió a sus 194 países socios una alerta: “La pandemia ha puesto en pie una actividad criminal predatoria y oportunista sin precedentes”. Una advertencia que suscribió a las pocas horas Domenico di Giorgio, responsable de calidad y falsificación de la Agencia Italiana del Fármaco (Aifa): “Con el pico de la demanda, llega el crimen organizado“.

Los 202 millones de vacunas ordenadas por Italia se almacenarán todas en el centro aeronáutico de Pratica di Mare, al sur de Roma, y desde allí los militares distribuirán las dosis a los 300 ‘hubs’ de la península. De acuerdo con los precedentes sobre robos de fármacos antitumorales y contra la hepatitis C, los puntos más sensibles son los camiones que transportan la vacuna y las farmacias de los hospitales.

Base de datos sobre robos

Aifa ha puesto en marcha un sistema antirrobo y antiblanqueo llamado ‘Fakeshore’, del que España, Portugal y Gran Bretaña se sirven, que consiste en una base de datos con los robos cometidos, las ventas ilegales, el tipo de material sustraído y otras informaciones, como los códigos QR o de barras de los fármacos, para que los países puedan consultar si es material caducado o eventualmente robado. En alguna ocasión, material sustraído en Italia se ha encontrado después en Alemania, donde los productos son más caros.

En 2020 se han registrado 15 robos de fármacos. En 2019 fueron 60 y 25 en 2018. “Un fármaco falsificado o robado de las neveras de los hospitales y luego conservado no se sabe dónde ni a qué temperatura es un riesgo para la salud de los pacientes”, ilustran en Aifa, que junto con la Agencia Europea del Fármaco (Ema) y la de fraudes (Olaf), está preparando un proyecto piloto para compartir las informaciones con todos los países.

En este frente, durante los nueve meses de pandemia las autoridades italianas han cambiado el modo de proceder frente a las mafias. En lugar de analizar sucesivamente de quién es un bien que ha cambiado de mano, las fiscalías se adelantan y emiten una “medida prohibitiva” (de compra) contra todo aquel sospechoso de actuar a favor de algún clan mafioso. En nueve meses de covid-19 se han emitido 1.400 medidas semejantes y hay 3.000 investigaciones abiertas sobre compra-ventas sospechosas. Uno de los fenómenos más investigado es la compra de servicios e inmuebles de la sanidad privada.

Además, desde marzo hasta noviembre los carabineros del Núcleo Antifalsificación (Nas) clausuraron 120 portales a través de los que se vendían fármacos supuestamente útiles contra el covid-19. La mayoría de ellos se apoyaban en servidores situados en Rusia y Latinoamérica. “No significa que la red sea extranjera, porque podría ser italiana”, explicaron desde el Nas. Se trataba de medicinas a base de cloroquina, hidrosicloroquina y antivirales.

‘Hackeos’

Pero la actividad delictiva va más allá del robo y posterior venta en el mercado negro de fármacos. IRBM, empresa encargada de fabricar en Italia dosis de la vacuna de la multinacional británico-sueca AstraZeneca, ha denunciado siete ataques informáticos “violentísimos”.

“Ahora ya no podemos usar el correo electrónico ni el teléfono para la comunicación de datos sensibles”, admite en público Piero Di Lorenzo, presidente de la planta de IRBM en Pomezia, localidad situada a unos 50 kilómetros al sur de Roma.

La compañía italiana cuenta con 250 investigadores. Treinta de ellos fueron contratados después del verano debido al aumento del volumen de trabajo. Lo hacen por turnos para que si uno se contagia de coronavirus no se interrumpa la cadena de estudio y producción.

En la carrera por la vacuna no cuenta solo su eficacia sino también quién llega antes que los demás y, cómo no, el precio. En el caso de la que se fabrica en Pomezia, es de 2,80 euros por dosis, frente a los 16,5 euros de la de Pfizer-BioNTech, o los entre 27 y 31 euros de la de Moderna.

Robar datos

Desde que AstraZeneca difundió el precio han empezado los problemas. “Hemos comenzado a sufrir ataques de piratas profesionales violentísimos, que se intensificaron cuando se hizo público la cantidad de 3.000 millones de dosis fabricadas. Hemos sido el blanco de siete ataques”, admite Di Lorenzo.

Según afirma, el objetivo de los ‘hackers’ es “robar los datos sensibles del proceso de fabricación de la vacuna”. Di Lorenzo asegura que los ataques “han sido lanzados desde el extranjero”, aunque no da más detalles.

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 Como se ha encargado de resaltar la periodista Federica Bianchi en el semanario italiano ‘L’Espresso’, en la carrera de la vacuna hay que tener en cuenta también el factor geoestratégico. “Pekín quiere desmarcarse de su imagen durante la pandemia, Europa quiere demostrar que es una comunidad y Moscú demostrar que es todavía una potencia. Y luego Estados Unidos, Londres y los demás: el fármaco que podría poner fin a la emergencia es políticamente el Santo Grial”, escribe.

“Para las grandes potencias como China, Rusia y EEUU la vacuna es también un arma”. Pekín ha firmado con Marruecos la formación de una plataforma para la producción y distribución de la vacuna en el continente africano. 

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