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Grupos de antivacunas, infiltrados por la extrema derecha, intentan asaltar la sede del Gobierno italiano en Roma

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El caos se apoderó este sábado del centro de Roma durante una manifestación contra el pasaporte covid. Miles de manifestantes antivacunas, azuzados por grupos de la extrema derecha y neofascistas infiltrados en la protesta, intentaron asaltar el Palazzo Chigi, la sede del Gobierno italiano en la capital italiana, y fueron bloqueados por la policía antes de que pudieran hacer lo mismo en el Parlamento, donde algunos diplomáticos y políticos tuvieron que salir de urgencia por puertas secundarias

La manifestación, que inicialmente había sido convocada para protestar pacíficamente contra el documento sanitario —que, a partir de la próximo 15 de octubre, Italia exigirá a todos sus trabajadores—, se tensó tras que se sumaran a la convocatoria afiliados del grupo neofascista Forza Nuova, que traspasaron violentamente los cordones policiales, y arrojaron bombas de humo y petardos hacia la sede del Gobierno italiano. 

Una situación que provocó la reacción de los agentes antidisturbios desplegados en el lugar, quienes, además de reprimir los violentos con cañones de agua y gases lacrimógenos, también detuvieron a algunos de los manifestantes, mientras que otros tuvieron que ser atendidos por heridas leves. Así y todo, otro grupo destrozó la puerta de entrada de la sede romana del principal sindicato del país, la CGIL, ingresó en el edificio, y desde allí profirió insultos contra periodistas y políticos. “Esta noche tomaremos Roma”, fue la amenaza de Forza Nuova.

Cerca de 10.000 manifestantes

Los fuertes altercados también provocaron cortes de calles y atascos en las cercanías de la Plaza del Pueblo, y en otras vías del centro de la capital italiana, que perduraron por varias horas. De acuerdo con la prensa italiana, en el momento de mayor concentración de la protesta, había cerca de 10.000 personas presentes en la manifestación. Ya caída la noche, seguían produciéndose enfrentamientos en algunas partes de Roma, como si los violentos no tuvieran intención de abandonar el campo. 

Ante estas circunstancias, el primer ministro Mario Draghi, condenó los hechos como “inaceptables” y alertó sobre escenas similares ocurridas en otras ciudades italianas. Draghi llamó también al secretario general de la CGIL, Maurizio Landini, para manifestar su solidaridad por el asalto de su sede. “Cualquier intimidación tiene que ser rechazada con absoluta firmeza”, dijo. “El Gobierno continúa con su compromiso para seguir la campaña de vacunación contra el covid-19”, añadió.

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Condenas similares también fueron hechas por el ministro de Salud, Roberto Speranza, y por el de Relaciones Exteriores, Luigi Di Maio. Este último dijo que los violentos “no son manifestantes sino delincuentes” y pidió “no instrumentalizar” la crisis sanitaria. Estas violencias son actos de “escuadrismo”, añadió Speranza. 

Por su parte, la CGIL recordó que “las organizaciones que evocan al fascismo deben ser disueltas en respeto de la Constitución, nacida de la lucha de la Liberación”. Por el contrario, Matteo Salvini, el líder de la ultraderechista Liga, aprovechó la ocasión para pedir la dimisión de la titular de Interior, Luciana Lamorgese, una de las ministras más criticadas por esta formación en los últimos meses. 

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