El pasado 25 de noviembre fue el día Internacional de la Eliminación de la Violencia hacia la Mujer, una fecha que no es para celebrar, sino más bien para reflexionar y pensar en todas aquellas mujeres que hoy no están debido a la violencia machista.
El confinamiento obligado que nos ha impuesto esta pandemia importada, entre las numerosas consecuencias económicas y laborales, ha sido detonante de un aumento de la violencia domestica hacia las mujeres, pero al mismo tiempo ha sido causante de una baja de las denuncias directas por hechos de violencia. ¿Por qué se produce este fenómeno? Simple, por el miedo.
Cuando pensamos en el progreso y avance de nuestra sociedad y nuestros territorios, también debemos considerar que este progreso debe ir acompañado de un cambio de la mentalidad y de nuestra conducta en comunidad. Nuestras instituciones y marcos normativos deben ir actualizándose al mismo ritmo de las demandas que los tiempos modernos nos exigen. Por este motivo, es que quiero destacar que hace prácticamente un año, en específico el 3 de diciembre del 2019, se aprobó en el senado el protocolo facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, CEDAW. Como dato, este protocolo estaba durmiendo en el senado desde el año 2001, lo que demuestra lo atrasada que está nuestra legislación en temas de equidad de género.
El CEDAW para los expertos es considerado la “carta magna” en torno a los derechos de la mujer, en lo fundamental, el protocolo reconoce la competencia del Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer, para conocer las denuncias presentadas por personas o grupos de personas, sujetos a la jurisdicción del Estado Parte. En simples palabras, fortalece nuestra institucionalidad y nos pone al día con los estándares internacionales.
En Temuco, capital regional de La Araucanía, debemos impulsar algo similar. Por ejemplo, avanzar en la creación de una casa de la mujer, donde se de ayuda directa y confidencial; por otro lado, actualizar los protocolos municipales y decretos relacionados a esta materia deben ser prioridad número 1 para la próxima administración.
El germen del conservadurismo nos ha tenido de manos atadas por muchos años y ha impedido que se puedan realizar transformaciones necesarias para convertirnos en una sociedad moderna del siglo XXI. Aprovechemos estos nuevos aires de cambios que nos ofrece, por ejemplo, el proceso constituyente y vayamos construyendo un Chile un poco más humano, justo y digno.
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