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Las experiencias de la salida de Afganistán y la crisis de los submarinos marcan la decisión
Tras el fiasco de Afganistán y la crisis de los submarinos, Europa abogó este viernes en Naciones Unidas por reducir su dependencia militar de Estados Unidos y reforzar su papel como actor internacional. “Tenemos valores que promover, ciudadanos que proteger e intereses que defender. Es en ese espíritu que estamos desarrollando la autonomía estratégica de la Unión Europea, lo que incluye las capacidades de seguridad y defensa”, señaló el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU.
Esa idea centró también la intervención del presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, quien defendió que únicamente una “Europa fuerte podrá exigir de otros que contribuyan con su parte al orden de paz internacional”. “Nosotros los europeos, también los alemanes, debemos hacer más en favor de nuestra propia seguridad, más en favor de la paz y la estabilidad en nuestra vecindad y a nivel mundial”, dijo Steinmeier, alineando claramente a Alemania -el gran motor económico europeo- con Francia -el tradicional defensor de una UE fuerte en lo militar-.
Tanto Michel como Steinmeier instaron a sacar lecciones de lo ocurrido en Afganistán, un “fracaso” en palabras de ambos, pero no para que Europa renuncie a mover fichas en el exterior, sino para que lo haga con más autonomía y con más poderío. “En Afganistán fracasó un largo compromiso que se cobró numerosas víctimas. Sin embargo, no fracasó una idea. Mi país se siente profundamente vinculado a la idea de la libertad y la democracia”, insistió el presidente alemán.
Crisis de los submarinos
De forma inesperada, esta edición de la Asamblea General de la ONU ha estado marcada en buena medida por las nuevas tensiones entre Europa y EEUU a raíz de la llamada crisis de los submarinos.
Tras superar la difícil etapa de Donald Trump en la Casa Blanca, la UE confiaba en un refuerzo de la alianza transatlántica de la mano de Joe Biden, pero las buenas palabras del demócrata hacia los europeos han perdido fuerza con el anuncio del nuevo pacto de defensa con el Reino Unido y Australia, que llevó a que este último país anulara un contrato con Francia para la construcción de doce submarinos. La súbita crisis diplomática que ello generó se ha calmado tras la llamada telefónica que esta semana mantuvieron Biden y su homólogo francés, Emmanuel Macron, pero Europa insiste en que todavía hay mucho por hacer para poder recuperar la confianza. “Sin duda la falta de comunicación y de consultas entre socios estrechos, como somos, ha creado dificultades reales, y no da una buena imagen de la coordinación entre aliados sólidos”, dijo hoy a los periodistas el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell.
Para la UE, este desencuentro ha vuelto a dejar clara la necesidad de reforzar las capacidades militares propias para depender menos de EEUU y podría incluso terminar por ser algo bueno si se dan pasos en ese sentido, según fuentes diplomáticas.
Conflictos enquistados
Esta cuarta jornada de la Asamblea General de la ONU sacó además a la palestra varios conflictos enquistados desde hace décadas, como el palestino-israelí o el de Chipre. En un encendido discurso, el líder palestino, Mahmud Abás, dio una suerte de ultimátum a Israel para “retirarse del territorio palestino” y advirtió de que ante la negativa de la otra parte a aceptar la solución de dos Estados que respalda la comunidad internacional, los suyos pueden buscar otras opciones. El presidente chipriota, Nicos Anastasiades, cargó con dureza contra Turquía, a quien acusó de bloquear cualquier intento de resolver el conflicto de la isla y de buscar convertirla en un “protectorado”.
Clima y energía
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Por otra parte, el cambio climático siguió centrando buena parte de los discursos, incluido el de la UE, que apremió al mundo a detener “la guerra contra el planeta”.
En paralelo a la Asamblea, la ONU celebró además un encuentro de alto nivel sobre energía en el que Gobiernos y empresas de todo el mundo se comprometieron a aportar más de 400.000 millones de dólares para el desarrollo de fuentes renovables y para mejorar el acceso a la electricidad y a las tecnologías limpias.