Un estudio desarrollado por Elige Educar y Fundación Educacional Oportunidad evidenció un déficit de 6.699 educadores y educadoras de párvulos para 2025, lo que significa que faltarían un 22% de profesionales para ejercer la profesión en los próximos cinco años.
Para desarrollar esta proyección –que analiza la educación de párvulos impartida por JUNJI, Integra y establecimientos escolares– se consideró a los educadores en ejercicio, restando a quienes desertan y jubilan, y sumando a los nuevos educadores que ingresan año a año al sistema.
Una de las principales causas que afectaría directamente en este déficit, sería la disminución de la matrícula de Educación Parvularia. Específicamente, en 2010 se inscribieron más de cinco mil jóvenes a esta carrera, y para 2019 esta cifra disminuyó a cerca de 1.900 inscritos. Asimismo, el ingreso de la profesión a la Carrera Docente aumentó los requisitos de selectividad, lo que trajo consigo, la disminución de programas para estudiar la carrera.
“Si bien, para 2025, tenemos un déficit proyectado de más de seis mil educadores de párvulos, debemos tener en cuenta que esta urgencia ocurre por una mejora relevante en las condiciones laborales y de ejercicio de esta profesión. Estamos conscientes de que este déficit es una alerta para el sistema educativo, porque para avanzar en la calidad de la educación inicial y en los procesos de aprendizajes de los niños y niñas, necesitamos potenciar la atracción y valoración de esta carrera. De hecho, hoy, entre más de 9 mil estudiantes de educación parvularia, solo 30 son hombres. Frente a estos datos, como país, debemos avanzar en cambios culturales, rompiendo los estereotipos de género establecidos”, planteó Joaquín Walker, director ejecutivo de Elige Educar.
En la actualidad, del total de estudiantes de educación parvularia, solo el 51% termina titulándose. Además, la edad promedio de jubilación ronda entre los 60 años para las mujeres y los 65 para los hombres, lo que deja un vacío en los años de ejercicios y profesionales disponibles. Estos factores fueron proyectados sin considerar la pandemia, por lo que las consecuencias podrían afectar al déficit proyectado negativamente.
“En un año sin pandemia, ya se consideraba un déficit de 1.800 educadoras para el 2020. Teniendo en cuenta el escenario actual, es difícil saber con certeza cómo se moverán estos números producto del cierre de jardines privados, o la crisis económica, pero todo indica que el déficit solo iría en aumento año a año. Este es un tema que nos debe ocupar como país, ya que el nivel inicial es clave para el desarrollo integral de niños y niñas y necesitamos educadores preparados para acompañarlos”, explicó Marcela Marzolo, directora Ejecutiva de Fundación Educacional Oportunidad.
Siendo la primera infancia una de las etapas críticas del desarrollo cognitivo, emocional, social, físico y lingüístico de los niñas y niños, recibir educación de calidad en los dos primeros años de vida aumenta la madurez cerebral en un 240% y las conexiones neuronales en el orden de trillones.
A nivel nacional, se proyecta que el déficit sea mayor al 30% en Tarapacá, Antofagasta, O’Higgins, Los Lagos, Aysén y Los Ríos, considerando, además, que las dos últimas no cuentan con programas para estudiar esta carrera.
“Reconocemos la importancia de priorizar en la discusión pública, la educación de los niños en la primera infancia, para que este segmento educativo tenga la relevancia que merece en las políticas educacionales del país. Es por ello que nos hicimos parte de este estudio, el cual nos permite identificar los desafíos en la dotación de educadores a nivel nacional y regional. Con estos resultados, confiamos en que avanzaremos en atraer y retener a educadores de párvulos, quienes son los actores más importantes en la mejora temprana de la calidad educativa”, Luis Grez, director Ejecutivo de la Fundación Educacional Emejota y Jotace, que apoyó el proyecto.
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