La dulce inocencia de un niño puede, en ocasiones, convertirse en un espejo en el que mirarnos y descubrir verdades que muchas veces nos sorprenden y otras nos hacen abrir los ojos (que hasta ahora estaban muy cerrados) y darnos cuenta de determinadas cosas que nunca antes nos habíamos parado a pensar.
Esto es lo que sucede, precisamente, en la nueva campaña de Ariel: un viaje al pasado con niños y adolescentes. Y antes de embarcar, debemos hacernos una pregunta: “Espejito, espejito mágico, ¿quién es el que más lava en casa?” Seguramente la respuesta, dependiendo de tu sexo, cambie radicalmente; pero si quien responde es un adolescente, su contestación es aún más vigorosa y nos dará mucho que pensar. Son tajantes, no debería ser únicamente una persona la encargada de las tareas del hogar. Ellos creen en la igualdad y en el cambio.
Según estudios recientes, “el 70% de las mujeres hacen el trabajo en casa frente a un 30% de hombres”. Estos datos, nos explica Sarah Chemouli, directora de Ariel, son anteriores al confinamiento. La pandemia y el teletrabajo han fomentado la redistribución de unas tareas asignadas tácitamente a las mujeres. Este reparto de funciones hace chirriar a estas nuevas generaciones que no entienden por qué unos deben hacer más que otros. Según Ana Sancho, fundadora de Pequeños Amos de Casa: “Es importante que los adultos den ejemplo. Un niño hace lo que ve en casa. Cuando se forma una familia se tiene que saber que desde el momento cero se pueden transmitir estos valores”.
Los tiempos cambian
Si hemos aprendido a entrenar con mascarilla, a saludarnos con el codo, a vivir sin abrazarnos, ¿no es el momento de renovar viejas canciones? ¿Viejos roles? Quizá pequeños gestos como poner una lavadora puedan cambiar el principio de una igualdad en el hogar en la que, ¿por qué no? Ellos también pueden participar. Porque no hay ningún misterio oculto en hacer la colada, cualquier miembro del hogar puede realizarla, ya que de la limpieza de las manchas se encarga la tecnología de Ariel.
El cambio debe comenzar en casa quizá con un gesto tan sencillo como poner una lavadora con la ropa de deporte después del entrenamiento o con el ‘look’ usado para una sesión de baile en Tiktok. No es un “¿quién pone la lavadora hoy?”, sino transmitir a los peques que todos somos igual de necesarios para que un hogar ruede como un patinete por la Castellana. Las nuevas generaciones han crecido en hogares con padres trabajadores y entienden que si trabajan los dos, la casa es de los dos. Y ellos también forman parte de la familia. Han nacido en la generación del trabajo en equipo y los equipos no viven de un único goleador ni de un único entrenador; si todos manchamos, todos lavamos.
No ayudamos a mamá, nos ayudamos a nosotros. Las tareas de la casa son actividades colaborativas, un hecho que se ha puesto aún más de relieve durante pandemia. Ellos ven ilógico que una única persona deba soportar el peso de todo un núcleo familiar, porque “si se pasa el día lavando, ya no puede jugar”. Y ese es el objetivo de la nueva campaña de Ariel, que por primera vez hace un llamamiento a los más pequeños para que se comprometan con la corresponsabilidad de las tareas en el hogar.
Reescribir canciones
Al hilo de esta nueva campaña, Ariel también nos recuerda una canción de los Payasos de la tele que probablemente teníamos algo olvidada. Quizá no su ritmo pegadizo, pero sí la letra que escondía: “Lunes antes de almorzar, / una niña fue a jugar, / pero no pudo jugar / porque tenía que planchar/ así planchaba así, así/ así planchaba así, así/ así planchaba así, así/ así planchaba que yo la vi”. Así continuaba con todas las tareas del hogar, entre ellas: lavar, barrer o coser.
En su experimento, le ponen esta canción por primera vez a un grupo de niños y la respuesta de todos es algo que seguramente no te habías parado a pensar nunca: “En esta canción solo limpia, barre o plancha la niña”. Uno de los invitados, además, reconoce que “deberíamos darnos cuenta de que no solo tiene que hacerlo la mujer, también tiene que hacerlo el hombre y los niños”. Hoy, en plena nueva realidad, en la que por fin se empiezan a desdibujar las líneas de qué tareas son de quién, los adolescentes lanzan un dardo en favor de la igualdad. Ellos, nacidos en una generación de libertad más plena, son capaces de fruncir el ceño ante una canción que a los de los 80 aún les hace bailar la cabeza al son de la niña que no podía jugar porque debía planchar.
Esta iniciativa, apoyada en los adolescentes, transmite que no es justo que una no pueda ir a jugar por quedarse a lavar, el presente debería ser “si todos ponemos la lavadora, ganaremos tiempo para hacer cosas juntos“. Asimismo, reta a la sociedad a participar en reescribir la famosa canción que hizo feliz a miles de niños y niñas, con el objetivo de educar en la igualdad a través de sus redes sociales.