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Famosa entra en escena y pone un pie en la alfombra roja de turno. Los flashes de los fotógrafos apuntan a una única dirección: captar su look. Inmediatamente, los críticos y especialistas en protocolo comienzan a examinar al detalle el atuendo. El resto del público se pregunta de dónde son las prendas y, algo relevante, quién es la persona encargada de escogerlas. Hablamos de la figura del estilista de moda, y en nuestro país si se trata de celebs tiene nombre: se llama Cristina Reyes.
Su nombre y su cara te sonarán, y por diferentes motivos. Es la artífice de los looks más aplaudidos de Isabel Preysler, Tamara Falcó, Ana Boyer, Margarita Vargas, Lourdes Montes y un largo etcétera de rostros conocidos patrios. También de celebs internacionales. Alejandra Gere, Chiara Ferragni, Irina Shayk, Nicole Kimpel o Bar Refaeli figuran en su porfolio. Su mediática boda celebrada el pasado diciembre, un cuento de Navidad, resultó cerrar la temporada a lo grande y Cristina Reyes pasó de desconocida a rostro popular. Quedamos con ella en Utópica para hablar de su trabajo, de cómo idea esos increíbles outfits y unos cuantos secretos más.
Llama la atención la relación estrecha y especial que la estilista mantiene con la matriarca del clan Preysler y sus dos hijas, Tamara y Ana. Todo tiene un porqué: “Enrique Iglesias y yo somos amigos de toda la vida, de los veranos en Marbella”. Antes de comenzar su carrera profesional, Reyes, de niña, ya sabía que quería estudiar diseño de moda. Con 18 años se matriculó en el IED (Istituto Europeo di Design) y saltó directa al taller de Ángel Schlesser: “En mis prácticas conocí a Jorge Vázquez y nos hicimos amigos íntimos, pero el diseño no me terminaba de llenar y paré”.
Aunque tuvo tiempo incluso para lanzar una pequeña colección cápsula de camisetas, Cristina sentía que ese no era su camino y regresó a las aulas para cursar un máster en comunicación y moda. Paralelamente, Tamara Falcó, hermana de su amigo Enrique, estaba de vuelta en España tras estudiar en Estados Unidos y le pidió ayuda con un look. “Nunca había trabajado de estilista, pero Tamara, que sabía mi pasión por la moda, me preguntó si podía ayudarla con un estilismo y así lo hice. Ella fue la primera famosa a la que vestí”, cuenta.
Sin saber dónde se metía, Reyes preparó un documento explicando quién era Tamara Falcó y qué tipo de trajes necesitaba para ella. Apuntó alto: mandó ese archivo al departamento de marketing de la firma Marchesa y, días después, recibió cinco vestidos de alfombra roja. “Cuando apareció con el outfit que yo había escogido para ella, entró directa al número uno de mejor vestidas. En ese momento, me dije: ‘Esto se me da bien’, y decidí seguir por ese camino”, recuerda.
Sí, Falcó fue su primera clienta y algo más, “la persona que me dio la primera oportunidad y a la que se lo debo todo. Me abrió las puertas de una profesión que me encanta y a la que hoy en día es muy difícil acceder. Para mí es como una hermana”, confiesa la estilista de moda.
A raíz de ese atuendo inicial para la hoy chef, Isabel Preysler y Ana Boyer decidieron abrir las puertas de su armario a Reyes y delegar en ella la ardua tarea de escoger los estilismos para las grandes ocasiones. El boca a boca y los contactos terminaron por impulsar su carrera y otorgarle un nombre.
Por sus manos han pasado un porrón de celebs, algunas amigas de antes y otras que, dada la relación profesional, han pasado a mantener con Cristina Reyes una personal: “Es un trabajo tan cercano que creas un vínculo especial. Algunas no lo necesitan, pero gracias a los atuendos que ideo para ellas, cuando se ven frente al espejo, les das una seguridad extra que siempre viene bien. Al día siguiente, comprueban la buena repercusión del estilismo y ese momento nos une aún más”.
En el caso de Margarita Vargas, la mujer de Luis Alfonso de Borbón, su amistad viene de largo: “Éramos amigas de siempre, pero ella vivía fuera. Al llegar a España, necesitaba una estilista y empezamos a trabajar juntas. Cambié su estilo completamente”. La duquesa de Anjou es una de las mujeres que confían a ciegas en el buen y profesional criterio de Reyes, entre las que también está Isabel Preysler: “Ella ha sido y es maravillosa, tiene un estilo definido y mi papel es ayudarla, facilitarle los looks que necesita mes a mes”.
De esta forma, el trabajo de Cristina va por dos caminos. El primero, analizar detenidamente cómo viste esa persona, con sus pros y contras, sacar conclusiones y proponerle un cambio de rumbo, una nueva forma de vestir que sí va a favorecerle y sacar a relucir su mejor versión. O el segundo, con una identidad propia, engordar su fondo de armario con las prendas y los accesorios adecuados para cada ocasión.
De la modelo rusa Irina Shayk o la influencer italiana Chiara Ferragni hasta la diseñadora Tamara Falcó, todas se han puesto en manos de la reputada experta en moda para conseguir deslumbrar con sus looks: “Tengo un sello marcado que conecta todos los looks que compongo. Soy una estilista que ama los básicos. Busco que, con el paso del tiempo, mis atuendos perduren y mantengan el estilo. Huyo de las tendencias y de los disfraces”.
Nos confiesa, entre risas, que en el mundillo la apodan como ‘la Rottenmeier de la moda’ y tiene un porqué: “Al final y al cabo, los estilismos que las famosas lucen llevan mi firma y cuando me han puesto limitaciones o se han negado a lucir las prendas que he escogido, directamente he dejado de trabajar con ellas”.
En todos estos años, Cristina Reyes ha tenido la oportunidad de vestir a algunas mujeres de la realeza como Victoria Federica: “Trabajar con ella fue muy fácil y se sintió muy cómoda con el vestido que escogí”. Y, sorpresa, Sassa de Osma: “Uno de sus looks más célebres es obra mía”. Reyes se refiere al estilismo que la mujer de Christian de Hannover llevó para asistir a la boda de Ernesto de Hannover y Ekaterina Malysheva en julio de 2017.
La peruana, por entonces novia del príncipe, impresionó a la prensa internacional ataviada con un llamativo vestido de Temperley London en rosa fucsia con bordado floral y a contraste, en raso de color negro, cuello lazada y puños. Un clutch rígido en naranja y unos salones con pulsera al tobillo en el mismo tono que el vestido completaron aquella impecable puesta en escena que, ahora hemos descubierto, era creación de Cristina.
Para acertar con las mujeres de la realeza, la experta señala que la clave está en tener en cuenta el dress code del evento al que van a asistir y preparar los looks que sus clientas necesitan con tiempo; no hay más secretos. Apuesta por la exclusividad. Como ejemplo, el vestido que Margarita Vargas llevó a la última boda imperial en Rusia entre Jorge Románov y Rebecca Bettarini. Codo a codo con Silvia Tcherassi, crearon un traje en azul ‘royal’ único que Reyes accesorizó con las piezas adecuadas: tocado de Mimoki, salones de Aquazzura y bolso de mano de terciopelo Reliquiae. Imposible coincidir con nadie.
Con este plantel de famosas nacionales e internacionales en su cartera de clientas, le preguntamos: ¿te queda alguna mujer por vestir? “Rania de Jordania, Kate Middleton y la actriz Cate Blanchett. Ya son maravillosas, pero me encantaría trabajar con ellas. No voy a decir a Letizia porque le tengo mucho respeto y cariño a su estilista, Eva Fernández. Ha hecho muy buena labor con la Reina y se nota en todos sus looks”.
En el guardarropa de Cristina Reyes, valga la redundancia, los básicos son los reyes: una blazer azul, muchos jerséis de cashmere con cuello alto, unos buenos vaqueros, un abrigo camel, una camisa blanca de popelín, un vestido negro midi y unos stilettos. ¿Qué no se pondría jamás una estilista? Ella lo tiene claro: “Animal print y zapatos con plataforma”.
Para el gran evento de su vida, su boda con Jorge Puras, el pasado 17 de diciembre, se enfrentó a una doble prueba: crear su look nupcial y el de sus damas de honor. Dos trabajos para los que contó con la ayuda inestimable de dos de sus diseñadores españoles preferidos: Jorge Vázquez, para su traje de novia, y Roberto Diz, para los diferentes atuendos de sus amigas con Lourdes Montes, Margarita Vargas e Ingrid Asensio a la cabeza.
“Soy una persona sobria a la que no le gusta llamar la atención y sabía que eso justamente iba a suceder el día de la boda. Quería un vestido así, sobrio, muy bien confeccionado, con un impecable trabajo de costura detrás y un tejido de calidad. Ahí es cuando el rol de Jorge Vázquez entró en juego. La silueta del vestido era sencilla y los desflecados en el cuello, los hombros y los puños, el único detalle rompedor”. De la mano del diseñador, la estilista logró convertir en realidad su traje de novia soñado.
Mención especial para los complementos: “No quería velo, pero como toda novia debe llevar algo especial en la cabeza, llamé a Ana María de Mimoki y le dije que me preparase rejilla. Cubrí mi rostro con ella y, detrás, un lazo en tamaño XL”. Unos zapatos de salón de Aquazzura en terciopelo verde, su tejido fetiche, pusieron el broche a su atuendo nupcial para una boda de Navidad.
Los trajes de las damas de honor, creación de Roberto Diz, también fueron idea de la estilista. “Ellas escogieron el color. Les di a elegir entre tres, rojo, azul ‘royal’ o verde, y por votación popular ganó el rojo. Con el tono seleccionado, le mandé al diseñador los esbozos de cómo quería cada look para cada una y él hizo magia. En los tocados, aunque también de Mimoki, les di libertad para escoger cuál querían lucir. Con Roberto se trabaja tan bien y tan fácil que es un gusto”.
Asimismo, vistió a Isabel Preysler y Ana Boyer, de Jorge Vázquez y Silvia Tcherassi, respectivamente, como invitadas a su enlace. Para el próximo, el de Tamara Falcó, tiene previsto volver a escoger los looks de ambas como su estilista de cabecera y ayudará a su amiga, casi hermana, en todo lo que necesite con respecto a su vestido de novia.
