Con una mesa cubierta de invitaciones multicolores plagadas de LOVE, dibujadas con trazos y figuras infantiles, bolígrafo en mano, anunciaba Alber Elbaz la presentación de su nueva fábrica.
Una “fábrica de soluciones”, dice él, y me parece justo añadir de diversión, de innovación y de amor. Alber Elbaz integra el grupo de diseñadores al que todos queremos, como Marc Jacobs tiene esa actitud juguetona que consigue mostrarnos la cara divertida de la moda.
Después de su ruptura traumática con Lanvin en 2015 (firma que puso en el pódium en una década como director creativo), Elbaz ha necesitado tiempo para reenamorarse de la moda. En una visita a Silicon Valley, su creativa mente de diseñador volvió a soñar, donde parece haber adoptado la metodología design-thinking que la cazatalentos Floriane de Saint Pierre lleva tiempo reclamando al sistema.
En un camino de búsqueda de relevancia, Elbaz añade a la pócima tradicional del diseñador altas dosis de innovación en tecnología textil. Así, AZ Factory propuso prendas inteligentes y apetecibles para todas las mujeres en la reciente Semana de la Alta Costura parisina, género de la moda al que empuja en sus límites.
No ha creado una colección. Ha creado historias: My Body, Diamonds and Pearls, Pointy Sneakers, Super Tech- Super Chic y Switchwear. Historias que son soluciones a la batalla del peso, a la necesidad de ayuda para subir una cremallera trasera, a la búsqueda de talla (va desde la XXS a XXXXL), a la incomodidad del tacón, pero a lo bonitas que hace las piernas, a la vida del confinamiento, al clima cada vez más inclemente…
Todo esto lo comunica en un show de estilo televisivo del que él es el presentador y que incluye corresponsales, participantes, equipo de producción, camerinos, mujer del tiempo… Un espectáculo divertido, cuidado, con un casting excepcional y diverso que, además de entretenernos, se adapta de una forma muy acertada al formato digital obligado.
El guion cargado de humor convive con las intervenciones de los ingenieros textiles de Mas Italy y Byborre, que trabajan por primera vez en alta costura para concebir un vestido que no consume agua, no emite CO2 y no requiere disolventes químicos en su producción.
Olivier Saillard, historiador de moda, dijo que el que cambiara las reglas del juego no lo haría estilísticamente, sino en el método de producción, difusión y presentación. La fábrica de Elbaz suena bastante a todo esto.
Estos años le han permitido a Alber reunir energía para sacudir amablemente el polvo a algunos conceptos vetustos de la industria y hacer realidad su sueño de ingeniería mágica aplicada a la moda.
